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Volvió a tomar posesión el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, reelegido en unas elecciones sin las garantías mínimas que deben operar en una democracia. Los defensores del mandatario dicen que no se puede desconocer la legitimidad de su elección. Argumentan que en ese país existe un Estado de Derecho y que los procesos se han dado dentro de lo que manda la ley. La pregunta que nos debemos hacer es si allí existen las libertades mínimas que exige toda democracia y la verdad es que no. La huida de Christian Zerpa, magistrado de la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia, ratifica que no hay separación de poderes. Él lo reconoció ante medios de Miami. El Congreso no puede operar, bloqueado por la Asamblea Constituyente, que se arrogó elderecho de decidir todo.
Si no hay separación de poderes, si las decisiones se toman todas en el Palacio de Miraflores y los demás cumplen y si a la oposición política y a la prensa libre se les persigue no se puede llamar democracia a lo que sucede en ese país. Es un régimen dictatorial con decorado de democracia. Los países integrantes del Grupo de Lima decidieron no reconocer a Nicolás Maduro como legítimo presidente de Venezuela. Esto llevará seguramente a cruces de notas diplomáticas y por el tono en el que sabe escalar las discusiones ese régimen, a rompimiento de relaciones en varios casos, para lo que la región debe prepararse.
Porque la forma en que Maduro ataca para defenderse, en que trata a presidentes de otros países y como la ha emprendido con palabras provocadoras contrael mandatario colombiano, Iván Duque, dan a entender que pretende enfrascar a las naciones vecinas con él en discusiones que lleven a un posible conflicto. Por eso tienen que ser muy inteligentes los demás países de no caer en esas provocaciones verbales y mantener el bloqueo por las vías que entrega elDerecho Internacional Público.
Algunos creen que es suficiente con estas decisiones diplomáticas para que Maduro se termine de desgastar y llegue su retiro, pero la cosa no es tan fácil. Se debe recordar que él cuenta con el respaldo de naciones tan poderosas y llenas de intereses como Rusia, China y hasta Irán. Es evidente que se desgasta, pero si no se llega a un retiro del respaldo de las Fuerzas Militares de su país, de la clase que aún lo rodea tendremos que conformarnos con esperar a que se apague lentamente, pero para eso pueden pasar años, y cada día que pasa hará más difícil que se recupere la economía maltrecha del vecino país.
Si no se hacen efectivos bloqueos económicos. Si no se impide que algunas potencias sigan alimentando el arsenal militar de Venezuela, si no se prohíbe que se le compre petróleo va a ser muy difícil lograr un cambio en ese país. Insistimos, cuando llegue la transición deberá ser pacífica. Que la presión internacional crezca y cerque al régimen es la mejor salida, para que se abra el camino para la llegada de un mandato que devuelva la democracia. Hacemos votos para que así sea.
*Internacionalista