HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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Aprovechar la minibonanza petrolera

Ante el alza inesperada de los precios del petróleo, vuelven las preguntas: ¿cómo hacer para que las bonanzas de un producto no perjudiquen a otros sectores de la economía? ¿Cómo evitar la “enfermedad holandesa” y la maldición de los recursos naturales, que empobreció a tantos países que se creían ricos por tener muchas reservas de petróleo y otros minerales?

Hay tres claves de una política para aprovechar una bonanza: uno, ahorrar los mayores ingresos fiscales de la bonanza; dos, desligar la tasa de cambio de los vaivenes del precio del petróleo; y tres, reinvertir en buscar petróleo para que la bonanza no sea pasajera.

Del primero, el ejemplo clásico es Noruega, que al descubrir los grandes yacimientos de hidrocarburos en el mar del Norte en los años 70, decidió no gastar esos ingresos y creó el Fondo Noruego del Petróleo, ahora “Fondo Global de Pensiones del Gobierno”, que ya acumula más de un millón de millones de dólares, asegurando el bienestar de los 5 millones de noruegos por muchos años después de acabado el petróleo. La ley dice que el Gobierno aportará cada año al Fondo y que no puede retirar cada año más del 4% de los recursos.

En Colombia hubo dos tímidos intentos en esa dirección: el primero, en el gobernó de Samper con el Fondo de Ahorro y Estabilización Petrolera (FAEP), el cual llegó a acumular unos 3.000 millones de dólares que se empezaron a repartir desde los primeros años de este siglo. El segundo en el 2012, destinando parte de las regalías de las entidades territoriales, al Fondo de Ahorro y Estabilización, en el que hay unos 3.700 millones de dólares. En ambos casos son montos muy pequeños frente a los ingresos petroleros.

El riesgo hoy es que el próximo gobierno use los inesperados ingresos adicionales del petróleo para financiar propuestas populistas de aumentar el gasto o recortar impuestos, en lugar de ahorrarlos para disminuir el déficit fiscal y la deuda pública.

La segunda política necesaria es romper la correlación inversa entre el precio del petróleo y la tasa de cambio, causa inmediata de la enfermedad holandesa, pues los mayores ingresos de divisas revalúan el peso y perjudican al resto de los productores, abaratando las importaciones, y se reciben menos pesos por las demás exportaciones.

También hay experiencias internacionales exitosas si se combinan con la disciplina fiscal. En México, el artículo 34 de la Ley del Banco Central obliga a la petrolera estatal (PEMEX) a vender al Banco Central todas las divisas que monetice.

Si el Banco de la República comprara todos los dólares que vende Ecopetrol, a la tasa de mercado, se evitarían fluctuaciones bruscas en la oferta de divisas en el mercado cambiario, y presiones a la revaluación cuando sube el precio del petróleo. Además, habría una fuente continua para aumentar las reservas internacionales, que hoy son bajas frente a los pasivos externos del país. Doble beneficio que justifica esta política.

“Si el Banco de la República comprara todos los dólares que vende Ecopetrol, a la tasa de mercado, se evitarían fluctuaciones bruscas (…)”

Economista

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