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El presidente Sebastián Piñera anunció que reformará el denostado sistema privado de salud y el de pensiones, dos exigencias de los chilenos, que los culpan de malas prácticas y de discriminaciones.
En su primera cuenta pública en el plenario del Congreso, en Valparaíso, a 82 días de haber asumido el poder en reemplazo de la socialista Michelle Bachelet, Piñera desgranó a lo largo de más de dos horas una batería de reformas para «dar un gran salto adelante» y transformar a Chile «antes que termine la próxima década, en un país desarrollado».
Entre las medidas de mayor calado, está la de mantener la tasa impositiva en 27% a las empresas, pese a que había prometido bajarla a 25%, para poder hacer frente a las ambiciosas reformas de salud y pensiones.
La reforma a las Isapres (Instituciones de Salud Previsional) busca poner fin a las discriminaciones que afectan a las mujeres -que pagan hasta tres veces más que los hombres- y a los adultos mayores, expulsados del seguro a partir de cierta edad, y que sólo cubren en torno al 60% del desembolso que realiza el paciente.
Y ello pese a que la salud financiera de las Isapres es envidiable. Solo en el primer trimestre de este año, obtuvieron 55,1 millones de dólares de beneficios, un 45% más que en igual período del año previo y la mitad de los que alcanzó el sector en todo 2017.
En el sistema público de salud, al que deben acudir el 80% de los chilenos con menos recursos, prometió reducir las listas de espera y mejorar el sistema de atención primaria.
Piñera anunció, además, una reforma del sistema de pensiones privado instaurado también por la dictadura y diseñado por José Piñera, hermano del presidente, al que sólo contribuye el empleado y cuyas pensiones se sitúan en torno a los 400 dólares.
SANTIAGO DE CHILE AFP