HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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Desencuentros

El problema más grave de Colombia es el de los cultivos de coca y amapola. Sigue siendo el tema más importante de nuestra política exterior. Principalmente, en las relaciones con Estados Unidos y, entre otros, con Venezuela y Ecuador. Y al respecto se observan graves desencuentros: entre el gobierno de Estados Unidos y el nuestro (estuvimos a punto de ser descertificados). El nuevo informe de la agencia antidrogas (DEA) ha revivido los peores temores.

La estrategia de responsabilidad compartida que viene desde la administración Barco, hace treinta años, debe ser reforzada. La historia de cooperación tiene en el Plan Colombia su mejor expresión. Ya olvidamos que el presidente Obama celebró esta política pública concertada como el mayor éxito de la política exterior de los Estados Unidos en el Siglo XXI. ¿Es ahora el mayor fracaso?

Al mismo tiempo surge un fuerte desencuentro entre la Fiscalía y el Gobierno sobre la estrategia para erradicar y sustituir los cultivos de coca y amapola. Simultáneamente, el presidente Trump anuncia una nueva emergencia de salud con la cual refuerza la que ya había hecho su Ministro de Justicia hace varias semanas, y que fue antecedida por la decisión de judicializar a más de 400 médicos y farmaceutas comprometidos en esta crisis, la del abuso en el uso de los opiáceos. Temas que oportunamente comentamos en esta columna y en cuya investigación participó -y fue premiada por ello- una distinguida colombiana, Naomi Adaniya.

Se trata de una política pública que en sus diferentes y complejas dimensiones debe ser consensuada con los actores relevantes, poderosos y débiles, que dan lugar a asimetrías de poder descomunales. Así lo hemos hecho durante décadas en medio de tensiones y altibajos, de buena fe y con el mejor espíritu de acertar. Tenemos experiencia en el manejo de este muy complejo asunto.

Libros, tesis doctorales, informes bien elaborados ofrecen descripciones de estos casos, diagnósticos y recomendaciones. Telegráficamente, recojo los momentos que durante la administración Barco señaló el excelente trabajo de la investigadora alemana Tatiana Matthiesen, ‘El arte político de conciliar’, (2000). Según ella, Barco cooperó plenamente con Estados Unidos, así fue. Pero no faltaron las dificultades.

Veamos, solamente el índice, Virgilo Barco: un aliado firme de Estados Unidos (p. 165). Primera fase: la Rama Judicial se opone al tratado de extradición y Estados Unidos demanda más acción. Segunda fase: la falla del sistema legal colombiano afecta las relaciones entre Colombia y Estados Unidos (p. 181), la reacción de la OEA a las sanciones de Estados Unidos contra Colombia (p. 185). Tercera fase: Estados Unidos aumenta la presión sobre la administración Barco (p. 198-211). La droga se convierte en el asunto más importante en los Estados Unidos. Mayor preocupación por los denominados cartel de Medellín y Cali y su supuesta conexión con la guerrilla. Barco responde con un mayor compromiso de extraditar. Cuarta fase: el aumento de la violencia, la militarización de la lucha contra el narcotráfico, la aplicación de la extradición (p. 211) el asesinato de Luis Carlos Galán y la declaración de guerra frontal a los narcotraficantes (p. 218). Última fase: Colombia insiste en una compensación económica por los altos costos asumidos (p. 247) Estados Unidos entiende el mensaje y aumenta la ayuda económica (p. 249).
El desafío es enorme. Se habla de incentivos perversos. Muchas cosas realmente importantes están en juego.

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