HOY DIARIO DEL MAGDALENA
Líder en la región

¿Males? Sí, muchos

Es un decir generalizado, que surcamos turbulencias en mares de dolor, engaños, errores, mentiras, desaciertos, incertidumbres, desesperanzas, infamia, ignominia y corrupción, entre otros males que nos afectan como sociedad. Pareciera que la tarea fuera destruir lo que une y construir lo que separa, lo cual constituye a todas luces un mayúsculo despropósito. Igualmente, que marcados estuviésemos desde hace más de dos lustros marcados por patologías de suyo aterradoras que campean a sus anchas en nuestro seno, pero que esperamos optimistas no lo sean más en nuestra geografía.

Desde hace unos cuantos años atrás se viene registrando con énfasis un proceso ético degenerativo, que ha tenido que ver con procederes de demagogia, autoritarismo y populismo, que han sido aplaudidos por parte de muchos que pensaron en su momento eran nuestra resignificación como ciudad, lo que resultó todo un fiasco de gigantes proporciones como lo señalan hoy con pena la pobreza de índices y cifras que arrastramos en cuanto a desarrollo y crecimiento.

Afortunadamente hoy, que al parecer empiezan a cesar los horribles días, y a despertar sentimientos nobles encaminados a hacer de nuestro Distrito una unidad territorial con significación nacional, lo que expresar se debe por parte de la mayoría de los nuestros como respuesta a lo mal conducido que hemos visto siendo entre inequidades, desconciertos y desorientaciones; razón por la que deba imponerse ayudar con afán y colaborar en todo cuanto esté a nuestro alcance como ciudadanos para atenuar la heredada catástrofe de las tres administraciones  antecedentes.

Nos convirtieron en una ciudad polarizada donde tomaron cuerpo desde el engaño y la manipulación, odios y desuniones irreconciliables. Roto ha quedado el sentimiento de unidad y también de humanidad que aspiramos se restablezca en contexto de fraternidad, a efecto que no se siga ensanchando ese profundo foso en la sociedad. Se percibe aún levantado entre nosotros un alto muro en la vida política local, lo que no puede seguir siendo un símbolo de las administraciones de ayer, objetivo reflejado como ante dije, en destruir lo que lleva a la unidad y en construir lo que tienda a separar.

Venimos de unas administraciones donde la mentira arropada de frivolidad se convirtió en el instrumento capital de la política samaria, paso de ser un accidente, si así lo queremos ver, para elevarse a categoría y, de su mano, penetró con más fuerza la corrupción penetró en todos y cada uno de los espacios de la vida pública. Han pasado apenas unos meses y los resultados de dichas administraciones empiezan a ser objeto de análisis que empiezan a arrojar guarismos negativos de manera contundente. Ojalá hayamos aprendido la lección para no seguir siendo mudos testigos ni asistiendo a espectáculos denigrantes de desastrosas administraciones. Pagamos un alto precio por nuestro comportamiento que se pagó con un marcado desprecio institucional que nos llevó a revolcarnos en la cloaca nauseabunda de las mezquinas y sórdidas ambiciones.

Encontramos una ciudad degradada, acontecida, cimentada en falsedades insalvables, donde la corrupción permeó en el mercado de las conciencias, disimulada por burdas mascarillas y pretendidamente oreadas por inservibles respiradores. Es de tener en cuenta que toda corrupción genera desprecio; más, cuando es su objeto la angustia de los perjudicados por sus efectos y es cuando el malestar se adueña del sentir de la gente. Solo la reacción enhiesta de un pueblo con grandeza puede superar tanta vergüenza. Tenemos que lograrlo. Escucharnos repetidamente. Apreciarnos en lo sustancial. Respetarnos. Hacer aflorar nuestro sentimiento de pertenencia y comportarnos en consecuencia. Manifestarnos con sano orgullo, racionalidad y valor cívico. Entendernos en democracia. Desagraviarnos nosotros mismo enderezando el rumbo, en la afirmación que la democracia debe protegernos. [email protected] tw: @CeballosRuben56–Ing: @rubenceballos2021 *Jurista.

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