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Los sistemas electorales deben estar a salvo de cualquier manipulación. Es la gran preocupación mundial de hoy. En el juego democrático los votos deben ser adecuadamente contabilizados y los ciudadanos deben tener acceso fácil a las mesas de votación y a las papeletas electorales.
En los países donde se utilizan procedimientos electrónicos, debe garantizarse la transparencia de todo el proceso. Se busca la rapidez y la transparencia al depositar también las papeletas producidas electrónicamente, al mismo tiempo, de tal manera que al terminar el proceso, el resultado aparece en las pantallas de televisión.
La profesora Pippa Norris, de la Universidad de Harvard, lidera un interesante proyecto de investigación global sobre Integridad Electoral, que ha cubierto varios países. Se han publicado tres volúmenes. Tales libros deben estar en la biblioteca del Consejo Nacional Electoral y en otras. Existe, además, una sentencia del Consejo de Estado que, al final de la legislatura de 2018 le otorgó cinco curules en el Senado al partido Mira. Me dijo la Consejera ponente de la sentencia que nunca había llegado al Consejo una demanda con tantas evidencias, en cientos de cajas, sobre un caso de fraude.
¿Se aprendieron las lecciones que se inferían de semejante sentencia?
¿Cómo es posible que en Colombia no seamos capaces de identificar, corregir y monitorear las debilidades de nuestro sistema electoral?
Las sospechas en Estados Unidos han tenido eco en nuestro entorno. El 6 de enero de 2022 se promovió una insurrección para impedir la certificación del resultado de las elecciones. Hasta hoy se ha venido buscando la deslegitimación de la elección de Biden. Existe grave enfrentamiento entre Republicanos y Demócratas y Trump insiste en volver a la Casa Blanca.
Esto tiene consecuencias en Colombia. ¡Quién lo creyera!
Me pregunto por qué no se ha recurrido al equipo de la profesora Norris que tiene el mejor experticio mundial en el tema de integridad electoral. No les costaría mucho trabajo identificar las falencias de nuestro sistema y proporcionar remedios apropiados.
No recuerdo otro proceso electoral que hubiera dado lugar a tanta desconfianza por parte de los aspirantes a la presidencia, como de la ciudadanía, respecto a su integridad. Hay una descalificación de las entidades responsables. Que se hable de auditoría internacional días antes de la primera vuelta es deplorable señal. Entre otras razones porque se supone que existen suficientes controles en diferentes momentos y que participan varias misiones internacionales, algunas con reconocida experiencia en este oficio que garantizan la limpieza de estos procedimientos.
Si se supera esta grave crisis del proceso electoral, es indispensable revisar con sentido muy crítico todos sus elementos porque no podemos llegar a otro evento electoral con dudas y sospechas tan dañinas para garantizar la legitimidad de los resultados que definen quién gobierna a Colombia.
Es la legitimidad de la democracia lo que está en juego. Una de nuestras más valiosas tradiciones no obstante imperfecciones bien conocidas.
Los resultados del 29 de mayo y los del 19 de junio deberán ser aceptados, gane quien gane, en su integridad por todos los candidatos. Si existen dudas fundadas, deberán tramitarlas por los canales institucionales como ocurrió, afortunadamente, después del 13 de marzo. Jamás por vías de hecho o recurriendo a la violencia. Eso es lo que enaltece nuestra tradición civilista.
*Exministro de Estado