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El hombre de las letras

“El periodismo es la literatura con prisa”: Mattew Arnold 
El hombre de las letrasHa fallecido quien no dudo en catalogar como el hombre de las letras, mi amigo y siempre admirado Germán Castro Caycedo, reconocido escritor, cronista excepcional y trotamundo, quien asumió el periodismo como misión y no como carrera. El suyo fue un periodismo comprometido con la pungente realidad de su país, sobre todo de la Colombia profunda, la que visibilizó en forma descarnada ante el resto de sus compatriotas y del mundo, porque el mismo fue un hombre de mundo, sin fronteras, como no las tuvo tampoco su periodismo investigativo, del cual fue uno de sus más caracterizados exponentes.

Sus entrevistados tenían que enfrentarse al reportero y al cronista al mismo tiempo, siempre inquisitivo, porque el nunca anduvo con rodeos ni con eufemismos, pues solía llamar las cosas por su nombre. Lo políticamente correcto no iba con él. Su talante y su talento iban de la mano, así como su ingenio y su inteligencia. Según Einstein, el genio consiste en un 1% de inspiración y un 99% de transpiración. Del Germán Castro Caycedo se puede decir, parodiando a Einstein, que sus crónicas eran en un 99% producto de la transpiración por todos los poros de su innato ingenio.

Germán Castro fue en vida un zipaquereño universal, dotado además de una gran versatilidad, pasando de la reportería a la crónica, la que ejerció por espacio de 10 años en el periódico El Tiempo y de esta a las entrevistas incisivas y contenciosas, que hicieron de su programa televisivo semanal Enviado especial, durante 20 años, uno de los de mayor rating. Su originalidad y su estilo franco, frentero y directo fueron el secreto de su éxito, que le merecieron el mayor reconocimiento e innumerables premios, 11 de ellos nacionales y 8 internacionales.

Fue un escritor, además de formidable, prolífico, frenético y acucioso. Era infaltable en la Feria Internacional del libro de Bogotá, en donde las filas a la espera de que estampara su firma en los ejemplares de sus libros, que se vendían como pan caliente, eran interminables. Su lenguaje y su mensaje eran tan universales que de sus 26 obras publicadas, varias de ellas fueron traducidas a varios idiomas. Mi alma se la dejo al diablo, por ejemplo, fue traducida a 10 idiomas, Perdido en el Amazonas a 7. El Karina le valió el premio Rodolfo Walsh como la mejor obra no ficción publicada en España en 1999. Además, se hizo acreedor al premio Periodismo Planeta en 2005 con su obra Que la muerte espere.

Aunque se le reconoce como uno de los pioneros del periodismo investigativo, él tenía su propio criterio sobre la caracterización del mismo, afirmando que “se hablaba y se habla de periodismo de investigación. No hay periodismo de investigación, todo el periodismo necesita ser investigado. Hasta una nota en la página social hay que investigarla”. Con su partida las letras están de luto, porque pierden a uno de sus más preclaros cultores. ¡Paz en su tumba!

*Exministro de Estado 

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