HOY DIARIO DEL MAGDALENA
Líder en la región

El virus del arrepentimiento

Lawrence Washington, hermano mayor y mecenas del padre fundador de los EEUU, participó bajo el mando del almirante Eduardo Vernon, en la frustrada toma de Cartagena de Indias para el imperio británico mediante un sitio naval y terrestre que ocurrió entre el 13 de marzo y el 20 de mayo de 1741. Mount Vernon, la plantación de los Washington en Virginia, debe su nombre al aprecio que Lawrence tuvo por Vernon quien le enseñó todo lo que en ese tiempo debía saberse sobre la milicia.

Este asalto hacía parte de la llamada Guerra del Asiento entre los imperios español y británico. Se produjo después del éxito del Almirante en Portobelo, Panamá, donde el triunfo de los ingleses en 1739 fue arrollador; tanto que Portobelo Road, con famoso mercadillo en Londres, fue bautizada así en su memoria y asimismo se compuso el famoso Rula Britannia, “los britones nunca, nunca serán esclavos”; como para los que tumban estatuas de esclavistas por estos días. Fue tal el entusiasmo, que se animaron a montar la más grande expedición de asalto contra intereses de España en el Nuevo Mundo: la toma de Cartagena dos años después. Llegaron más de 180 barcos de línea, fragatas y transportes; milicianos, soldados, infantes, marineros, que sumaron casi treintamil. El Almirante Vernon entró en la bahía de la ciudad después de silenciar las baterías de Bocachica y, antes, las de Santiago, San Felipe y Chamba. Creyó que la ciudad no tardaría en caer y con esa convicción arrogante propia de Albión, envió a Londres correos con el mensaje de la victoria. Allí, no tardaron los artesanos acuñadores en poner en circulación monedas y medallas con Vernon sometiendo a Blas de Lezo y a España y poniendo fuego a las murallas y bastiones cartageneros. Cuando hacia mediados de mayo el fuerte de San Felipe de Barajas seguía defendiendo la ciudad, vino un desesperado ataque por tierra, por selva para ser exactos, que acabó con la moral y la salud de los ingleses. Lezo, curtido guerrero contra los piratas en África, resistió heroicamente, Britannia perdió 16.000 hombres entre muertos y heridos, 1.500 cañones y 54 navíos! Vernon tuvo que retirarse a Port Royal, Jamaica, de donde había salido, dicen que más preocupado por haber mandado a la capital la noticia de la victoria, que por la derrota misma o por la muerte de miles de sus hombres. Sus anhelos de conquista de Nueva España y de la Nueva Granada, se hundieron. Las medallas y monedas quedaron circulando hasta en España.

Doscientos setenta y nueve años después, el primer ministro Boris Johnson mandó acuñar en el Banco de Inglaterra monedas para festejar la salida del Reino Unido de la Unión Europea, antes de que esto sucediera e ignorando las inmensas dificultades que el Brexit ha sufrido. Este es el momento en que las negociaciones de retiro no han terminado, ni se les ve término; las fronteras británicas no han podido cerrarse para no acelerar la catástrofe económica de la COVID; la prometida integración con EEUU ha tenido que aplazarse. Uno de los pocos actos económicos exitosos de Inglaterra después de iniciado el Brexit, es el TLC con Colombia que entiendo está por entrar en vigor. Mientras tanto, el Reino Unido se pelea con EEUU, Brasil, India y Rusia el palmarés de víctimas fatales y nuevos casos de COVID-19. Las encuestas recientes muestran el creciente temor de los británicos a quedar aislados en el nuevo planeta global postvirus, al punto de que si el referendo se repitiera sobre este asunto, probablemente ganaría la negativa al retiro de la UE. Los últimos gobiernos de derecha nunca pensaron necesitar a Europa y la desdeñaron. Ahora la incertidumbre, ah! ese poderoso monstruo que acecha en la oscuridad, les hace pensar que podrían haberse equivocado. Ignoro si será factible revisar la decisión del Brexit. Pero que en las actuales circunstancias se ha puesto a Inglaterra en grave riesgo, quién lo duda. Quedan otra vez las monedas para recordárnoslo.

En este lado del mundo, los ufanos defensores de Bolsonaro, aquellos que proclamaban a todos los vientos que con su elección por fin había llegado alguien con capacidad gerencial, autoridad y claridad política, hoy están unos arrepentidos, otros silenciosos, y los brasileños asustados por la incertidumbre que les genera un liderazgo de aislamiento y retroceso. Los despachos desde las grandes ciudades brasileñas indican que los grupos mafiosos son los que hoy vigilan el distanciamiento social, distribuyen los tapabocas y elementos de bioseguridad, asignan los turnos de salida a las calles y dicen cuáles sectores económicos abren y cuáles no. La amenaza del capitán de aplastar esos grupos “como a cucarachas” no ha pasado de ser otra frase inane.

El mundo va a ensayar encerrarse, cada cual en su país. Pero no demorará en comprobar que esta crisis lo poco que ha dejado en claro, es que la cooperación multilateral, la integración económica, la solidaridad universal, la inclusión, la tolerancia, la disciplina colectiva y la información compartida, son irrenunciables.

*ExMinistro de Estado

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