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Muchos amigos, analistas de la situación que estamos viviendo en el Universo y particularmente en Colombia han sido muy enfáticos en considerar que el Sistema Democrático o Sistema de Producción Capitalista adoptado por todos los países en donde se respeta la libertad, la iniciativa privada para generar su propio patrimonio, riqueza y por lo tanto el desarrollo de país se encuentra en crisis conceptual y operativa.
Algunos críticos pensarán que quien está en crisis es nuestra concepción del Sistema de Producción, porque a raíz de la Covid 19, observamos que tal como está funcionando nuestro Modelo Económico no podemos resolver los problemas de la sociedad, las empresas y el gobierno.
Aparece en el horizonte una nube negra que acusa con ironía mordaz esta situación que vivimos actualmente. Eso ocurre porque a ellos les pasa lo mismo que a nosotros, que con el Modelo Económico dominante no pueden torcer el pescuezo al Establecimiento.
Hay quienes analizan esa nube negra que se cierne sobre el techo del pensamiento libre y democrático, de la siguiente manera: una línea de acción sobre aquellos países de toda América, con contadas excepciones, y otra, también con contadas excepciones, expandida por el resto del mundo.
Aunque, de manera general, la causa y el efecto de ese lampo oscuro se consideran universales; no deja de haber malquerientes esperando que la enmarañada y compleja madeja de leyes, normas y reglamentos bajo las cuales opera nuestra sociedad democrática que respetamos quede a merced de nuevas circunstancias de tiempo, modo y lugar; favorable a una estrategia política de engaños y subterfugios.
Ahora bien, concebimos nuestro Sistema Económico como aquel en que los hombres se organizan para producir distribuir y consumir los bienes y servicios que les son indispensables; está relacionado con el Modelo Económico o Modo de Producción, mediante el cual la sociedad obtiene los medios de subsistencia, alimentos, vestido, vivienda e instrumentos de producción para poder sobrevivir y desarrollarse.
Es cierto que durante toda la historia de las relaciones productivas se han arraigado algunos mitos en las economías contemporáneas como ese de que la iniciativa privada es el motor del desarrollo económico. Es un mito que se reitera tanto en períodos de auge como de crisis, pero que resulta especialmente problemático y peligroso en tiempos de declive.
Otro aspecto que gravita sobre este tema en Colombia es el Acuerdo de Paz institucionalizado con las FARC, en cuyo texto se permitió dejar escrito que de esa manera Colombia lograría la máxima expresión democrática para el mundo; por eso los negociadores del Gobierno aceptaron, ingenuamente, que para ese logro era necesario garantizar el pluralismo ideológico, facilitando la constitución de nuevos partidos y movimientos políticos y entregarle suficientes garantías para que mediante el ejercicio de la oposición optaran por una verdadera alternativa de poder.
De manera que el cúmulo de funciones del Estado cedidos a los promotores del Acuerdo de Paz han hecho que la sociedad colombiana camine ahora, entre grises democráticos sin un horizonte claro.
*Economista