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El ‘Guardián’ protector del orejiamarillo en roncesvalles
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La diversidad en fauna que guardan las montañas del Tolima encierra cientos de historias, una que dejó huella y tuvo reconocimiento internacional es la recuperación de la población del loro orejiamarillo, pues se pasó de un conteo de 80 aves en los 90 a más de mil 500 en la actualidad.
La preservación de esta clase de lorito que estaba en peligro crítico se convirtió en un reto personal para Gonzalo Cardona Molina, un roncesvalluno que durante los últimos 20 años se ha dedicado a protegerlos en la reserva de Loros Andinos de Roncesvalles.
El trabajo que realiza diariamente junto a otros amantes de la naturaleza en la Fundación Proaves de Colombia, permitió que un tipo de loro que estaba prácticamente extinto al finalizar la década de los años noventa, renaciera como el ave fénix, por lo que hoy escuchar el canto y revoloteo de cientos de ellos en medio de las montañas de ‘Ronces’, es calificado como un ‘milagro’.
Gonzalo narró que todo empezó en 1998, cuando el biólogo Alonso Quevedo iba siguiendo los pasos de la danta de montaña (tapirus pinchaque) “estando acá se encuentra con unos campesinos y comienza hablar de esta especie de loritos que llevaban más de 45 años extintos en Colombia”.
Los lugareños le indicaron que en la finca La Siberia se veían unos pájaros que coincidía con la descripción del biólogo.
Tras la curiosidad que le generó la conversación “al otro día madruga a La Siberia y da la causalidad que a las 6:20 de la mañana toca una palma de cera muerta y sintió que algo sonaba en la parte alta de la palma, por lo que miró y vio que era el loro orejiamarillo (ognorhynchus Icterotis)”
El hallazgo tomó relevancia mundial, pues eran más de 40 años sin tener este tipo de avistamientos, por lo que se dio inicio al proyecto denominado ‘loro orejiamarillo’ el cual a su vez le dio paso en 1999 al nacimiento de la Fundación Proaves.
Sin tener conocimiento en aves, solo con la experiencia de ganadero y de administrar fincas el roncesvalluno se fue involucrando poco a poco “no me gustaban las aves ni nada, siempre he sido campesino y me gustaba administrar fincas”.
Pero al entender el valor que había en medio de las montañas de su amado pueblo, ayudó en el primer censo, “nos llevamos la sorpresa de encontrar a penas 80 loritos en Roncesvalles que eran los únicos que existían en el mundo”.
Después, la vida lo puso en el camino del biólogo Alex Cortés, quien lo invitó a trabajar por días en una parcela ubicada en la vereda Cucuanita, “le dije listo, era para hacer trayectos en los bosques de palma de cera y conocer las especies que habían.
“Trabajábamos desde las 6 de la mañana hasta las 5:30 de la tarde en el bosque haciendo estudios sobre lo que comían y me fui como encaprichando con este trabajo, y ya llevo 20 años”.
SIN PALMA NO HAY LOROS
El descubrimiento de los loritos en ‘Ronces’ entregó una pista muy importante del por qué estaban desapareciendo “empezamos a hacer el trabajo de concientizar a la gente para que no tumbara la palma de cera seca, porque ese es el hábitat del orejiamarillo, es donde saca los polluelos”, indicó Cardona Molina.
Y el trabajo no fue fácil, pues en aquella época las palmas eran taladas para usarlas en la construcción de cercas y la elaboración de ramos en Semana Santa. “Se inició una campaña desde 1998 hasta hoy de educación ambiental en Roncesvalles, este es el eje fundamental de todo proyecto, sin la educación ambiental se fracasa”.
La primera estrategia empleada, fue la campaña ‘Reconcíliate con la naturaleza’ con el propósito de terminar con la costumbre de utilizar las palmas en la conmemoración del domingo de ramos.
En esta idea fue clave la participación de la iglesia católica para que permitiera dejar de utilizar la palma en las procesiones, por ello, además de hablar con los sacerdotes del país se envió un mensaje al Vaticano con el propósito de que aprobara reemplazar la palma de cera por hojas de palmera común o fibra artificial, propuesta que fue respaldada.
Pero la importancia de proteger esta ave que alcanza los 46 centímetros en su adultez, que tiene un hermoso plumaje verde y un su cabeza una especie de antifaz amarillo traspasó las fronteras del conflicto que tenía el Estado con las entonces guerrillas de las Farc, muestra de ello es que los combatientes permitieron que los biólogos trabajaran en una zona que era frecuentada por ellos.
Otra de las medidas adoptadas, fue declarar a través de un acuerdo del Concejo de Roncesvalles, al ‘orejiamarillo’ y a la palma de cera como insignias del municipio.
De esta forma “se pudo parar la tala, entonces ahora si una persona va a tumbar una palma, la multa es de $2 millones y la persona a la que se le encuentre un lorito tiene una multa de $2 millones y cinco años de cárcel”.
Hoy Gonzalo cuenta con gran entusiasmo que los resultados de un proyecto que completa dos décadas, permitió que se pasara de la categoría en ‘peligro crítico’ a ‘en peligro’, “ahora hay muy buena población, anteriormente solo había 80 en Roncesvalles, actualmente, los encontramos en Toche (corregimiento de Ibagué), Anaime (Cajamarca), el Cañón de Las Hermosas (Chaparral) y en Jardín (Antoquia), se ve que se ha multiplicado esta especie”.
Y es que la alegría no es para menos, pues en el censo de marzo de este año se registró un total de mil 500 loritos solo en ‘Ronces’, a lo que se le suma 150 nidos, se estima que cada pareja tiene la posibilidad de tener hasta tres crías.
FRASE
«Si llegara a desaparecer la palma de cera, también lo haría el loro orejiamarillo y sería muy duro, porque es una de las especies más amenazadas en el mundo».
IBAGUÉ (EL NUEVO DÍA).