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La falta de acceso al agua potable mata anualmente a 780.000 personas en el mundo, según un informe de la ONU, que subraya el desafío que supondrá en los próximos años conjugar la disminución de este recurso vital con la explosión de la demanda.
La demanda mundial de agua aumentará entre 20 y 30% en 2050 respecto al nivel actual, debido al crecimiento demográfico, el desarrollo económico y la evolución de los modos de consumo, según el informe anual de ONU-Agua y la Unesco.
Al mismo tiempo, el cambio climático complicará el acceso al agua potable debido a las sequías y las inundaciones.
Cada año, el acceso insuficiente a un agua potable de calidad y la falta de un saneamiento eficaz de las aguas usadas se cobra 780.000 muertes causadas por la disentería y el cólera, más que las víctimas de conflictos, sismos y epidemias, según el informe.
En 2015, unos 844 millones de personas no tenían acceso a un servicio de agua potable de calidad y únicamente 39% de la población mundial disponía de un mecanismo de saneamiento seguro.
Un derecho vital
“El acceso al agua es un derecho humano vital (…) Sin embargo, miles de millones de personas siguen estando privadas”, dijo en un comunicado Audrey Azoulay, directora general de la Unesco.
El objetivo definido por el Programa de la ONU para el Desarrollo (PNUD), que prevé un acceso universal e igualitario al agua potable en 2030 a un precio asequible, podría no alcanzarse.
Las fuentes de contaminación son las materias fecales, los pesticidas y los nitratos utilizados en la agricultura, pero también los “contaminantes emergentes” como los residuos de medicamentos.
Los autores del estudio destacaron que quienes sufren más esta situación son en general los pobres en zonas urbanas y rurales y los desplazados.
“En los países menos avanzados, el 62% de los ciudadanos viven en barrios periféricos de chabolas y a menudo no tienen acceso a los servicios de agua o de saneamiento”, según el redactor en jefe del informe, Richard Connor.
Estos habitantes deben comprar el agua a vendedores ambulantes o a distribuidores con camiones cisterna, pagándola hasta “diez veces más cara” que los ciudadanos más ricos que tienen agua del grifo, según Connor.
Subir el precio a los ricos
Pero la mayoría de gente que sufre este problema se halla en las zonas rurales, según el informe, que hace especial hincapié en las dificultades que sufren las mujeres, debido a la carga “desproporcionada” que supone ir a buscar el agua.
Los refugiados también viven una situación difícil. En 2017, 68,5 millones de personas en el mundo eran desplazados debido a conflictos y persecuciones. Estas poblaciones “chocan a menudo con obstáculos para acceder a los servicios elementales de aprovisionamiento de agua y saneamiento”, además de que los “desplazamientos en masa ejercen una presión sobre los recursos y los servicios”.
Para responder a estos desafíos, la ONU aboga porque los “ricos que pagan muy poco empiecen a pagar más para que el acceso sea universal”, según Connor.
Los Estados, pero también los actores privados, deben invertir masivamente en infraestructuras. Las necesidades son estimadas a 114.000 millones de dólares anuales, el triple de lo destinado actualmente, sin tener en cuenta los costos de funcionamiento y mantenimiento.
El Colombiano