HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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La constituyente anticonstitucional

En una más de sus piruetas, resulta que Petro ya no va por la asamblea nacional constituyente que propuso el viernes sino por el “proceso constituyente” que le planteó en su entrevista a Andrés Mompotes, director del periódico EL Tiempo.

No obstante la pirueta, a tan solo tres días de distancia, el problema de fondo no está en su incoherencia sino en su verdadera intención. La diferencia fundamental radica en que mientras la institución de la asamblea nacional constituyente tiene unos mecanismos establecidos claramente en la Constitución del 91, el “proceso constituyente” es una estrategia que está en la cabeza de Petro, quien está decidido a auparla a como dé lugar, abusando de los poderes del cargo que ocupa y haciendo trizas la Constitución de 1991.

Está claro que el deterioro político de su gobierno, sumado a las intemperancias de su propia personalidad, no da para que Petro avance dentro de los cauces constitucionales que le tomarían los meses que restan de su gobierno. A su vez, la ausencia de mayorías políticas se hace cada vez más evidente en la pérdida de respaldo tanto en el Congreso de la República como en la opinión pública. Eso lo obliga a acelerar su estrategia para hacerla coincidir con los tiempos reales de su propia crisis política y gubernamental.

Petro va a hacer hasta lo imposible por convertir su desastre gubernamental en una crisis política nacional.

Lo que Petro denomina “proceso constituyente” no tiene nada que ver con la asamblea nacional constituyente que consagra nuestra Constitución. Lo que él está planteando es llenar el país de mingas, bloqueos, paros, primeras líneas, guardias indígenas, guardias cimarronas, todas financiadas con dineros públicos para darles a sus “conclusiones” el estatus de decisiones legítimas con alcance constituyente. Es lo que se desprende de sus propias palabras cuando afirma en su entrevista con Andrés Mompotes que “Es un proceso constituyente. El primer paso, y ese fue el discurso de Puerto Resistencia, es organizar los comités municipales, es decir las organizaciones de base que se movilicen, se junten: convocar al pueblo a la movilización a la calle, al debate, a ejercer el poder constituyente”.

El país ya conoce la habilidad de Petro para distraer y encubrir sus tretas, ahora quiere hacer creer que su “proceso constituyente” se parece al camino que anduvo Colombia para llegar a la Constitución de 1991. Nada tan distinto entre lo uno y lo otro. Mientras el camino constituyente del 91 estuvo rodeado de consenso, de mayorías, de coincidencias partidistas, de apoyo nacional y fue respuesta a crisis reales de nuestro sistema político, la propuesta de Petro es lanzada contra la opinión y contra la democracia y va a tratar de presentarla como la única salida a la crisis que él va a crear. No es lo mismo una Constituyente soportada en la nación que una Constituyente soportada en las milicias.

Que nadie se llame a engaños, la Constituyente de Petro no es la de la Constitución de 1991 sino la del marxista Toni Negri que entiende el poder constituyente “como la fuerza que irrumpe, quebranta, interrumpe, desquicia todo equilibrio preexistente y toda posible continuidad”. Por eso para él el proceso constituyente no es un camino hacia la democracia sino el mejor camino subversivo para acabar con la democracia e instaurar los regímenes totalitarios de izquierda que constituyen su verdadera obsesión ideológica.

Teniendo clara la verdadera intención de Petro, lo que no puede ocurrirnos es caer en la trampa de una ingenuidad que nos conduzca a permitir la incubación del virus letal que destruye la democracia con el cuento de una tolerancia que no es tolerancia sino actitud suicida. Sería tanto como darle garantías al pirómano de quedarse dirigiendo la estación de bomberos.

*Exfiscal General de la Nación

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