HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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Juegos Olímpicos de Invierno y boicot

De boicot se habló por primera vez para los Olímpicos de Berlín de 1936. La preocupación era la persecución de los judíos alemanes en el gobierno nazi. Los Olímpicos habían sido otorgados a Alemania en 1931, cuando los nazis eran oposición. Una vez los nazis en el poder, eran evidentes las políticas contra los judíos, incluyendo las leyes de Núremberg de 1935. Había un movimiento que exigía no ir a los Olímpicos y que incluso tuvo el apoyo inicial de Jesse Owens, el atleta afroestadounidense. Owens cambió de parecer y terminó participando en los juegos. Finalmente, los estadounidenses votaron a favor y los Olímpicos siguieron su marcha. Los historiadores consideraron que la celebración del evento deportivo fue un éxito internacional para Adolf Hitler, aunque las películas muestren el triunfo de Owens como una bofetada para el líder nazi.

En 1980, el presidente estadounidense Jimmy Carter promovió un boicot contra la Unión Soviética en protesta por la invasión de esta a Afganistán en diciembre de 1979. El llamado de Carter fue controvertido, pero, finalmente, se aprobó. No enviaron atletas estadounidenses y acompañaron la iniciativa 64 países más, incluyendo a Canadá, Alemania Occidental, Japón y, curiosamente, China. En represalia, a los Olímpicos de Los Ángeles de 1984 no asistió la Unión Soviética ni 13 países más del bloque socialista.

En realidad, los boicots no funcionaron. Al fin y al cabo, se realizaron los juegos y los países anfitriones tuvieron éxitos suficientes que justificaban la celebración de los Olímpicos. No hubo ambiente para evitar el envío de los atletas y se analizó que para ellos la pérdida fue grande al no participar.

Hoy Estados Unidos propone un mini-boicot: no asistir a los juegos de invierno de Pekín 2022 como señal de disgusto porque China internó en campos de reeducación a al menos un millón de musulmanes de Xinjiang. Otros alegan que China impuso restricciones a Hong Kong.

Este boicot se suma, además, al malestar creado entre China y las autoridades mundiales del tenis por el caso de la tenista Peng Shuai. Esta jugadora, que representó a su país en tres ocasiones en los Juegos Olímpicos, acusó en noviembre a un exdirigente chino de haberla obligado a tener relaciones sexuales hace tres años. Desde entonces, hay dudas sobre cómo y dónde se encuentra y si es libre de sus actos. La WTA, a cargo del tenis femenino mundial, decidió retirar a China de su circuito.

El boicot propuesto es un fracaso anunciado. No generará cambios en la política china; el régimen comunista no se rige por la opinión pública. “El intento de Estados Unidos de interferir en los Juegos Olímpicos de invierno debido a su prejuicio ideológico, basándose en mentiras y rumores, solo pone de manifiesto sus dañinas intenciones”, dijo el gobierno chino. “Francamente, están aliviados de escuchar la noticia, porque cuantos menos funcionarios estadounidenses haya, menos virus habrá”, tuiteó el periódico estatal chino Global Times.

El exjefe de la diplomacia estadounidense de la administración de Donald Trump, Mike Pompeo, llamó a un boicot total de los Juegos Olímpicos. “Al Partido Comunista Chino le importa un comino un boicot diplomático”, dijo Pompeo.

Al boicot gringo se sumaron Canadá, Reino Unido y Australia. En realidad, son muy pocos. Ya no estamos en la Guerra Fría, no estamos en la solidaridad de cuerpo. Los países son autónomos, particularmente en asuntos relacionados con el deporte.

Cada país que envíe un atleta a los Juegos Olímpicos de invierno será un triunfo de los comunistas. Y, evidentemente, serán muchos, será un triunfo absoluto para China.

* Internacionalista 

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