HOY DIARIO DEL MAGDALENA
Líder en la región

Usar los canales diplomáticos

La manera como se dio el episodio de la carta enviada por la Asamblea de la Federación Rusa al Congreso colombiano, en la que se refiere al conflicto que se vive en Venezuela, deja en evidencia un par de debilidades nuestras acerca de las cuales deberíamos reflexionar. Por un lado, la poca comprensión quetenemos en nuestra democracia de la necesaria división de poderes, entre los que debe haber una fluida comunicación pero nunca predominancia de uno sobre otro. El otro punto es la manera en la que desplegamos nuestra diplomacia ante el mundo, que nos lleva a reaccionar de manera poco reflexiva y conduciendo a la posibilidad de ser malinterpretada.

Vamos a los hechos: la misiva advierte la posición rusa ante una posible intervención militar en Venezuela, de la que el presidente Iván Duque ha sido enfático en que está descartada desde el lado colombiano. Al ser dirigida al Legislativo nuestro, cualquier respuesta debió salir de allí y no del Ejecutivo, como se hizo, y menos con la puesta en escena en la que el mandatario asegura que Colombia no está en posición de liderar ningún ataque bélico, mientras que a sus espaldas posan todos los representantes de nuestras Fuerzas Militares. Parecen tener razón los rusos en el sentido de que la carta, que se produjo en febrero, tuvo una interpretación «sorpresiva».

La misma comunicación que llegó a la Cámara de Representantes colombiana fue enviada a gran cantidad de parlamentos del mundo, así como a las Naciones Unidas, el Parlamento Latinoamericano, el Parlamento del Mercosur y el Parlamento Centroamericano, entre otros. Para Rusia es claro que un diálogo directo entre congresistas «es una práctica ampliamente reconocida y aceptada que constituye un formato legítimo de la diplomacia parlamentaria y no requiere intermediación alguna del Poder Ejecutivo». No es que los rusos pasen por encima del Ministerio de Relaciones Exteriores colombiano, ni que estuvieran enviando una amenaza, como lo creyó el Ejecutivo nuestro.

Desde luego que tenemos que velar porque la democracia retorne a Venezuela, y que ojalá dicha transición se dé en forma pacífica, con medidas que lleven a Maduro a aceptar la necesidad de impulsar cambios que abran un escenario más participativo, pero no podemos entrar en el juego de poderes entre dos potencias que tienen intereses muy distintos a los nuestros. En ese sentido, responder por canales mediáticos desde el Ejecutivo en el sentido de que»cualquier despliegue o incursión militar en apoyo al régimen de Nicolás Maduro pone en riesgo la transición democrática y la normalización constitucional en Venezuela, y constituye una amenaza a la paz, la seguridad y la estabilidad en la región”, suena realmente excesivo.

Si eso fuera poco, otra evidencia de que hay profundas fallas en nuestra diplomacia es que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, se atreva a cuestionar al presidente Iván Duque en su lucha contra el tráfico de drogas, y que ante semejante afrenta la reacción corra por cuenta del senador Álvaro Uribe, miembro del Legislativo que nada tendría que hacer en ese sentido, cuando es por los canales diplomáticos del Ejecutivo que debe reaccionarse. Esto, además, demuestra lo costoso que puede salirnos la sumisión que ofrecemos ante la Casa Blanca en la actual coyuntura, en la que sin reparo alguno aceptamos que se juegue, por ejemplo, con la posibilidad de que tropas de ese país se instalen en el nuestro.

Es muy fácil, en verdad, ser presa del irrespeto de Trump, quien tampoco tiene el más mínimo interés de usar los canales diplomáticos que debe honrar una democracia, pero por lo mismo es equivocado caer en comportamientos similares que nada aportan positivo y, por el contrario, podrían ponernos en aprietos sin necesidad alguna.

*Internacionalista.

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