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Aty Janey, una voz que llega desde la Sierra Nevada de Santa Marta

Por BEATRIZ MESA MEJÍA

Entre el 29 de octubre y el 2 de noviembre se llevará a cabo Expoartesano La Memoria, la segunda vitrina comercial más importante para los artesanos del país y en esta XI edición, que se podrá disfrutar a través de www.expoartesano.com.co tendrá en su muestra comercial más de 3000 referencias de 300 artesanos de toda Colombia. Aty Janey es una de ellos y representa a los artesanos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta.

“Mi nombre es Aty Janey Mestre Izquierdo, pertenezco al pueblo Iku, Arhuaco, de la Sierra Nevada de Santa Marta. Soy de la región de Jewra, allá crecí junto a mi familia”. Así se presenta esta mujer en cuya voz se advierte la fuerza de su personalidad y su ímpetu.

Por sus venas corre como un torrente la sangre de sus ancestros. Y ella lo deja ver cuándo, con emoción, habla sobre su pueblo, su cosmogonía y su labor en la artesanía. “… Lo que comúnmente se llama mochila, en nuestro idioma, en nuestra lengua, es Tutu, que traduce el pensamiento y el sentir de nosotros las mujeres. Guarda un relato y esa es la manera como nosotras vamos tejiendo el mundo, vamos soñando lo que queremos para nuestro planeta Tierra. Más que ser una fuente de ingreso muy importante para nuestra economía familiar, destaco lo que hay detrás, lo que representa…”.

Aty Janey, una voz que llega desde la Sierra Nevada de Santa Marta

Explica que el tejido es una dinámica que empieza desde muy niñas en el compartir, al lado del fogón, en el quehacer cotidiano. “Primero está la formación tradicional: para nosotros la primera escuela es la casa de la mamá, la casa de los abuelos donde nos enseñan y transmiten todo este conocimiento que ha pasado de generación en generación. Desde los primeros años, uno ve a las abuelas esquilar las ovejas y lavar la lana. Uno las acompaña a todo el proceso del hilado y en la preparación del material. Y así, poco a poco, uno ve cómo tejen y eso que podría parecer como un juego se convierte en una enseñanza”. La cercanía con las hijas es parte de la responsabilidad de las madres. Herencia para una sociedad cambiante, porque en medio de comunidades cerradas también hay una exposición a las transformaciones de la sociedad.

“A mi abuela la he visto tejer toda la vida. Amanece tejiendo, anochece tejiendo”. Cada Tutu es único, en él queda impresa la historia de la tejedora, el instante. Y por más que quiera hacer una mochila igual a otra, es imposible. “Las mochilas tienen la forma del caracol, porque para nosotros este representa el mundo y por eso el tejido es en espiral, que es la manera como los Arhuacos representamos el mundo”.

Ati Nabowa es la madre del tejido. Así lo narra: “ella era una mujer que fue llevada por los mayores, nuestros Mamos, a un lugar de armonización y reflexión. En su encierro, con los elementos que tenía, fue grabando diseños, tejidos y puntadas -son bastantes-, y cuando salió, el pueblo se encontró con la sorpresa de esa cantidad de dibujos. Ella les enseñó el tejido a las mujeres, les transmitió su significado. Cuando cumplió ese legado, se convirtió en una gran serpiente que está en la laguna que lleva su nombre, convirtiéndose en la guardiana de esas aguas que se encuentran en las alturas de la Sierra de la Nevada, a más de 4.000 metros”.

Por eso, dice, más allá de la importancia de lo económico, lo más significativo es lo espiritual y sagrado del Tutu. Cuando Aty participa en un evento artesanal, hace un trabajo pedagógico con los asistentes, le gusta compartir el pensamiento simbólico del ser Arhuaco y se convierte en divulgadora de su cultura. Cuando ahonda en la memoria de sus ancestros y explica el proceso de elaboración de sus tejidos, se siente con el corazón tranquilo, dice.

Los diseños hechos con maestría son una forma de lenguaje: el Kunzachu representa el movimiento de las hojas de los árboles, alude a la naturaleza. El Garwa -uno de los que más le gusta a ella-, remite al guardián de los caminos, es protección. El Kunsumunu A´mia es el pensamiento y las leyes de la mujer. El Makuru nos lleva al vuelo sagrado de las aves, símbolo del equilibrio. En el Urumu está el cosmos y, allí, el caracol, el espiral de la vida y base de la mochila, por eso el tejido empieza en forma de espiral.

Para los Arhuacos, la Sierra Nevada de Santa Marta es el corazón del mundo y los pueblos que están allí son los guardianes del universo. “La Tierra es nuestra Madre, sin Tierra no somos nada. Por eso el arraigo de cuidarla, y la impotencia que se siente al pensar que la podemos perder. Tiene uno la sensación de perder a su propia madre”. Y es que la Tierra es como un gran vientre.

El trabajo artesanal lo hacen en las casas, en las reuniones sociales. “Vas caminando, vas tejiendo. El tejido siempre anda con uno. Nunca se ve a un indígena Arhuaco sin su mochila. Decimos que el que anda sin Tutu anda sin esperanza, como sin espíritu”.

 

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