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Crisis venezolana

 

La crisis para el gobierno y el pueblo venezolanos se torna cada vez más dramática. Las alternativas de una recuperación se esfuman en medio de un régimen empeñado en sostenerse a cualquier precio. Esta semana los venezolanos se levantaron debiéndole cada uno a la banca multilateral cerca de US$5.000. Lo peor es que no hay recursos para cumplir las obligaciones.

La situación económica en Venezuela, antes que mejorar, presenta signos claros de que, día a día, empeora. Según algunas estimaciones, 2017 cerrará con una inflación cercana al 2.000 por ciento. Se considera, además, que, dada la escasez de divisas, la depreciación de la moneda nacional es, diariamente, del 7,0 por ciento. El muy elevado costo de vida y la falta de abastecimiento de bienes básicos (como los alimentos) se dan en momentos en que el ingreso per cápita de los venezolanos ha caído más del 50 por ciento.Para empeorar  las cosas, la producción de petróleo, la principal actividad que soporta la economía bolivariana, ha venido reduciéndose y ahora se encuentra por debajo de los niveles de 1989.

Frente a este estado de cosas, muchos analistas pronosticaban que no estaba lejos el momento en que Venezuela entraría en cesación de pagos (o default) de su abultada deuda externa (se estima que es de 150.000 millones de dólares). Precisamente, hace unos días el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, expresó la voluntad de su Gobierno de reestructurar la deuda que tiene con el exterior y convocó a los acreedores a una reunión para evaluar posibles salidas, encuentro que no produjo ningún resultado.Sin embargo, y en respuesta a la falta de pago de unas obligaciones que vencieron este fin de semana, la calificadora de riesgo Standard & Poors informó que rebajó a “default” la calificación de la deuda soberana de Venezuela en moneda extranjera.

Adicionalmente, la calificadora señaló que hay un 50 por ciento de posibilidades de que la nación bolivariana “entre en suspensión de pagos otra vez en los próximos tres meses”. Todo esto pone aun mayor presión en la muy difícil situación económica que vive el pueblo venezolano y dificulta encontrar una salida a la crisis pues dicha nación tiene, para lo que resta de 2017, vencimientos de deuda por cerca de 1.500 millones de dólares.

Además, en 2018 deberá pagar unos 8.000 millones de dólares y sus reservas internacionales difícilmente llegan a los 9.700 millones de dólares. Para completar, el fin de semana, la Unión Europea aprobó sanciones dirigidas a impedir cualquier tipo de venta de armas y tecnología de seguridad y la asesoría en esas materias, por parte de sus Estados miembros y sus corporaciones públicas y privadas, al gobierno de Maduro. La muerte de 125 personas durante cuatro meses de protestas de la oposición, con evidentes prácticas brutales por parte de los organismos de seguridad oficial, llevaron a esta sanción que busca presionar para que desde el Palacio de Miraflores se restituyan la libertad de expresión y el respeto a los movimientos contrarios al chavismo.

En la mira de Europa y Estados Unidos también están los inspiradores de la represión y las violaciones de derechos humanos, a quienes se impedirá el acceso y el tránsito en esas jurisdicciones. Qué ingrato panorama el de un país que pasa por un momento desastroso, que ojalá pueda recuperar su prosperidad y estabilidad social, política y económica para un mejor bienestar de toda su población.

Internacionalista

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