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El papa agradece las oraciones por su salud

El Papa Francisco agradeció las oraciones por su salud durante el ángelus dominical en la plaza de San Pedro, en el marco de la celebración del Domingo de Ramos, al día siguiente de haber sido dado de alta del hospital romano donde estuvo internado por una bronquitis.

«Les agradezco su participación y también sus oraciones, que se intensificaron durante estos últimos días. ¡Gracias, gracias de verdad!», dijo a la multitud el pontífice argentino de 86 años tras su hospitalización de tres días.

De pie, ante el altar, el Papa se dirigió a todas las personas que han orado y enviado mensajes para su pronta recuperación.

En su primera aparición pública para una ceremonia oficial, el Papa Francisco, se veía pálido y durante su homilía su voz era algo ronca.

El Papa presidió la misa del Domingo de Ramos en la inmensa explanada ante cerca de 35.000 personas que asistieron a la ceremonia bajo un cielo azul y ventoso.

En la santa misa del Domingo de Ramos el Pontífice reflexionó sobre la fe que Jesús puso en Dios, sin ceder a la desesperación, sino rezando y encomendándose al Padre. Asimismo, el Santo Padre llamó a no olvidar la existencia de múltiples «Cristos abandonados» en el mundo de hoy y exhortó a estar cerca de ellos.

«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27,46). Esta es la invocación que la Liturgia nos propone en el salmo responsorial (Sal 22,2) y la única pronunciada en la cruz por Jesús en el Evangelio. En estas palabras se condensó el centro de la homilía del Papa Francisco en la santa misa del Domingo de Ramos, celebrada en la mañana de este 2 de abril en la Plaza de San Pedro.

Frente a más de 60.000 fieles y peregrinos congregados en la Ciudad Eterna, según las cifras de la Gendarmería vaticana, el Santo Padre puntualizó que la frase de Jesús nos lleva al corazón de la pasión de Cristo, al punto culminante de los sufrimientos que padeció para salvarnos.

El alto prelado de la Iglesia Católica reflexionó sobre el sufrimiento de Jesús, «que fue grande», puntualizó, y remarcó que padeció en el cuerpo, en el alma, en el espíritu. El más lacerante sufrimiento es el del espíritu, según el Pontífice.

De hecho, el Papa Francisco hizo notar que, en la hora más trágica, Jesús experimenta el abandono de Dios. Un acontecimiento real, un abajamiento extremo. «El Señor -dijo- llega a sufrir por amor a nosotros, lo que nos es difícil incluso de comprender. Ve el cielo cerrado, experimenta la amarga frontera del vivir, el naufragio de la existencia, el derrumbamiento de toda certeza. Grita el ‘por qué’ de los ‘por qué'».

El Papa subrayó que el verbo «abandonar» en la Biblia es fuerte; aparece en momentos de extremo dolor: en amores fracasados, negados y traicionados; en hijos rechazados y abortados; en situaciones de repudio, viudez y orfandad; en matrimonios agotados, en exclusiones que privan de vínculos sociales, en la opresión de la injusticia y la soledad de la enfermedad. «En fin, en las más dramáticas heridas de las relaciones. Cristo llevó todo ello a la cruz, tomando sobre sí el pecado del mundo. Y en el momento culminante, el Hijo unigénito y amado experimentó la situación que le era más ajena: la lejanía de Dios».

El Papa Francisco remarcó que «hoy esto no es un espectáculo» y dijo que cada uno, escuchando el abandono de Jesús, cada uno de nosotros nos decimos: «Por mí. Este abandono, es el precio que él pagó por mí». Es decir, Jesucristo se hizo solidario con nosotros hasta el extremo, para no dejarnos rehenes de la desolación y estar a nuestro lado para siempre. Al término de la ceremonia, el Santo Padre recorrió en papamóvil la plaza para saludar a los fieles.

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