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El coronavirus mató al médico Sanmartín
Consternado se encuentra el gremio de la salud en el Magdalena debido al fallecimiento del médico Jorge Sanmartín Mejía, quien perdió la batalla contra el Covid-19.
El galeno se desempeñaba como Citohistólogo de la E.S.E. Samuel Villanueva Valest de El Banco Magdalena.
Sanmartín Mejía contaba con 35 años de edad, y durante aproximadamente un mes estuvo hospitalizado a causa de la enfermedad. Por sus complicaciones respiratorias fue remitido a la UCI de la Clínica San Diego, en donde recibió atención especializada pero lastimosamente no resistió más y murió.
La noticia de su muerte ha generado gran tristeza en el gremio de la salud del departamento y en la comunidad banqueña donde es recordado por su calidad humana.
Allegados y compañeros de trabajo dieron una sentida despedida a Jorge Sanmartín, a quien definieron como un hombre entregado a su profesión.
La E.S.E. Samuel Villanueva Valest, lamentó profundamente el deceso del Citohistólogo: “Un abrazo fraterno y de solidaridad a su esposa Claudia Vargas, sus hijos, demás familiares y allegados, las más sentidas notas de condolencia por la sensible e irreparable pérdida.
Nuestra institución, hoy pierde a un gran ser humano y profesional invaluable.
Descansa en paz y brille para ti la luz perpetua, Jorge Sanmartin Mejía”, reportó la entidad.
“La pérdida física de un ser querido se siente en lo más profundo de nuestros sentimientos, pero guardamos con mucho orgullo la imagen de su ejemplo, de su inteligencia, de su sencillez. Las más sinceras condolencias a la familia por la pérdida física de otro héroe de la patria”, manifiesta un allegado al médico a través de sus redes sociales.
Por último, es pertinente mencionar que desde que inició la pandemia, los médicos, enfermeras y el personal de la salud, se han convertido en los héroes. Hoy son la primera línea de batalla, quienes a diario tienen que batallar con un enemigo “invisible y escurridizo”. Trabajan sin descanso en medio de las condiciones más adversas, arriesgan su vida y la de sus seres queridos, incluso sin los recursos mínimos como tapabocas, trajes especiales o guantes. Son el polo a tierra de una sociedad que parece no tomar conciencia.