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#ENVIDEO: La pandemia tiene a las modistas y sastres en grave crisis económica

Ante la poca demanda, varios sastres están fabricando tapabocas de tela que en un principio se comercializaban a buen precio, pero ahora el negocio está malo por la competencia de los tapabocas chinos desechables. 

Por 
EDGAR TATIS 
GUERRA 

La pandemia del Covid 19 que ha obligado a quedarse en casa también ha impactado a las modistas, sastres y confeccionistas de uniformes escolares en Santa Marta cuyas ventas han caído en un 90 por ciento ya que la fabricación ha disminuido.

La situación de varias personas dedicadas al oficio de las confecciones es crítica e inclusive se ha conocido que algunos propietarios de sastrerías les ha tocado prescindir de los servicios tanto de modistas como de operarios de las máquinas fileteadoras.

Así mismo existen otros sastres que ante la poca demanda de uniformes escolares han diversificado la producción fabricando tapabocas de tela que en un principio se comercializaban a buen precio pero que ahora el negocio se ha venido a pique debido a la competencia generada con los tapabocas chinos desechables que invadieron el mercado de Santa Marta.

Según Josías Guillén, quien labora en una sastrería ubicada en la calle 12, el impacto de la pandemia ha sido tremendo al sector de las confecciones ya que las ventas han sufrido una estrepitosa caída ante la poca afluencia de la clientela que permanece en sus hogares.

Consultado sobre la confección de uniformes escolares, Guillén dijo que el año pasado para esta misma época había muchos encargos de los padres de familia, pero que por culpa de la pandemia todo se ha paralizado.

Comentó que hay algunos padres de familia que no han priorizado el cambio de los suéteres ni de los pantalones a sus hijos porque sencillamente todavía no se vislumbra el retorno a las aulas ya que las clases son virtuales.

 “La situación actual está muy difícil porque en el primer trimestre del año nosotros teníamos una buena producción de uniformes escolares y este año no ha sido así. Le puedo asegurar que estamos alcanzando apenas un 10 por ciento de la producción y el panorama es muy complicado. Tenemos la esperanza que lleguen pronto las vacunas, y que tengan su efecto para que todo se normalice”, indicó.

Guillén manifestó que en ese local se trabaja a media marcha porque sencillamente no hay pedidos de uniformes escolares ni universitarios.

A su turno Pablo Garcés, quien tiene una sastrería en el Centro Histórico, también reconoció el fuerte impacto de la pandemia en la confección de uniformes y otro tipo de prendas de vestir.

 “Gracias a Dios nos salió un contrato de suministro de tapabocas antifluido y con eso hemos medio afrontado la crisis provocada por la pandemia. No ha sido fácil porque es muy raro encontrar clientes que lleguen para que les confeccionemos un pantalón o una camisa, es algo muy raro incluso elaborar algún vestido para dama”, recalcó.

Garcés explicó que con la pandemia también todo se ha encarecido, las telas y demás insumos para las confecciones aumentaron sus valores. Es un panorama muy complejo que parodiando la canción de Juan Luis Guerra se podría decir que las modistas, los sastres y los confeccionistas en Santa Marta están pasando “el Niágara sin bicicleta”.

 

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