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Impacto psicológico y afrontamiento del Covid-19 en el Personal Sanitario

Posiblemente, trabajar bajo presión sea una experiencia a la que los profesionales de la salud están acostumbrados, en líneas generales, la mayoría gestionan adecuadamente sus emociones y hacen buen manejo de estresores ambientales. Pero, es poco probable que esa presión sea similar a la que actualmente están sometidos, más específicamente, desde que comenzó la pandemia por Covid-19.

​A nivel mundial la pandemia por Coronavirus (Covid-19) ha impactado fuertemente en el personal sanitario, siendo aún mayor en los países de ingresos bajos y medianos, como es el caso de Latinoamérica, podrían entonces esperarse múltiples y graves carencias en lo que respecta a los insumos necesarios para paliar esta situación de emergencia sanitaria, entre ellos, los más básicos como es el equipo de protección personal (EPP). También destacan algunas acciones inherentes al propio ejercicio profesional: vigilancia epidemiológica e identificación de casos, capacitaciones relacionadas con los cuidados en situaciones de pandemia, infraestructura y organización de las instituciones de salud. Por otro lado, cuando hay tasas elevadas de contagio dentro del personal de salud, se disipa la capacidad de respuesta oportuna y adecuada del sistema sanitario, lo que a su vez agudizan los problemas en las instituciones de salud (Sabio, 2020).

Al hacer referencia al Covid-19, hay ciertos términos como: gripe, caso sospechoso, aislamiento y contagio que pueden llevar implícita una connotación negativa y promover actitudes estigmatizadoras.

Por el temor al contagio, las personas pueden perpetuar las presunciones o estereotipos negativos existentes, producir un miedo infundado, reforzar las asociaciones imaginarias entre la enfermedad y otros factores, y lo que es más grave aún, deshumanizar a quienes tienen la enfermedad, incluso, a quienes trabajan como personal sanitario y sus familias. Un brote de este tipo puede significar que las personas sean discriminadas o etiquetadas, reciban un tratamiento diferenciado o experimenten la pérdida de estatus, todo ocasionado por percepciones falsas sobre la enfermedad (OMS, 2020).

En los países que llevan más tiempo sufriendo la pandemia por Coronavirus se ha evidenciado en el personal sanitario el desarrollo de reacciones de ajuste con niveles aumentados de ansiedad, depresión, sintomatología asociada con trastorno de estrés postraumático, entre otros, cabría esperarse que por la emergencia de la contingencia y el cúmulo de experiencias que tienen que enfrentar.

Entre las causas se mencionan el aislamiento social, la separación de sus seres queridos, la exposición directa a la enfermedad, el incremento del número de internaciones hospitalarias, el temor a ser contagiado mientras presta el servicio y ser testigo de tantas muertes no solo de pacientes sino de sus propios compañeros.

Trabajar en este entorno sobrecargado de estrés, con escasez de personal o frecuentes reemplazos del personal y con altas demandas que requieren a su vez inmediatez pueden constituirse en factores de riesgo para desarrollar un síndrome de Burnout (Ramírez-Ortiz, Castro-Quintero, Lerma-Córdoba, Yela-Ceballos & Escobar-Córdoba, 2020).

La situación podría ser más compleja si a ello se le suman los dilemas éticos que tiene que afrontar el personal sanitario en lo que respecta a la asignación de recursos a los pacientes y/o la atención a los pacientes gravemente enfermos con recursos inadecuados o limitados.

Si además se conjugan con otros dilemas éticos como por ejemplo, ¿Cómo nivelar las propias necesidades de salud física y mental con las de sus pacientes, familiares y amigos?, ¿Cómo lograr un equilibrio entre su deber y sus propios deseos? El panorama puede ser desalentador (Ramírez-Ortiz, Castro-Quintero, Lerma-Córdoba, Yela-Ceballos & Escobar-Córdoba, 2020).

Los sentimientos de angustia del personal sanitario pueden ser más difíciles de detectar e intervenir a medida que incrementa la demanda asistencial y las necesidades de insumo. La duración de la pandemia, el exceso de trabajo, la hipervigilancia y el pronóstico incierto de los pacientes llevan algunas veces al profesional sanitario a tomar decisiones complejas, en un corto período de tiempo, lo que puede impactar en sus emociones ocasionando sensaciones de impotencia, frustración, miedo, dificultades para conciliar el sueño, tristeza, irritabilidad, y aplanamiento emocional, entre otros. Las funciones cognitivas son otra de las esferas que también podrían verse comprometidas debido al alto nivel de estrés lo que podría manifestarse con problemas para concentrarse, para tomar decisiones, para pensar claramente, además, se podrían evidenciar dificultades de memoria, pensamientos obsesivos y pesadillas (Ministerio de Salud, 2020).

Cada individuo reacciona de modo diferente ante eventos estresantes, en una situación de pandemia como la del Covid-19, en la cual se han tomado medidas como el aislamiento y/o distanciamiento social, se espera que en algún momento se experimente tristeza, ansiedad y/o preocupación; ser personal de salud añade otros elementos que se relacionan con diversos motivos:

El propio estado de salud, estado de salud de pacientes y familiares. La preocupación de ser posible vector y contagiar a otros.

La autoobservación constante o la experiencia de ser vigilado en cuanto al contagio de síntomas. La sensación de inseguridad o frustración en lo que respecta a la duración y características clínicas de la pandemia.

El impacto por haber perdido su rutina. La aparición de síntomas como desesperanza, cambios en el apetito, irritabilidad o alteraciones del sueño (Ministerio de Salud, 2020).

Se desconoce el alcance de esta situación tanto a mediano como a largo plazo. Los profesionales que se encargan de cuidarnos han recibido un impacto mayor de los factores negativos, incluso de estigmatización (Noriega, Esponda, Manuel & Franco, 2020). Incluso, se han evidenciado casos en diversos países de maltrato físico, emocional y verbal hacia el personal de salud durante la pandemia por Covid-19.

Ahora bien, el trabajo de aquel personal que aunque no se encuentra en primera línea continúan asistiendo a las instituciones de salud en momentos de pandemia también es importante, porque también ellos están expuestos, aunque en menor proporción.

Sentir emociones desagradables por momentos, tener cambios de estado de ánimo, sentirse en ocasiones exacerbado por las demandas externas e internas, son mecanismos de defensa que utiliza el organismo ante señales de peligro. Resulta completamente humano y normal sentirse así ante una situación tan dura como la que estamos viviendo. (Primera parte)

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