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«Me da pesar que me mate quien no lo deba hacer»: Rodrigo Londoño, ‘Timochenko’

«Hay un sector que anda en función de hacer daño con críticas de mala leche contra el partido y sus miembros. A mí, por ejemplo, un señor me califica de que soy el testigo secreto de la Fiscalía contra Santrich. Eso no es una crítica, es una acusación sumamente grave y encaminada a que la gente que no tiene elementos de juicio diga: ‘se vendió a los gringos’».

Aunque se reconoce aburrido por las divisiones que hay en el Partido Farc, Rodrigo Londoño, conocido como ‘Timochenko’, está decidido a sacar adelante la Asamblea Nacional de los Comunes citada para abril y de la que podría depender el futuro del grupo político de los excombatientes

Del ‘mea culpa’ que debe hacer la colectividad, de la ‘competencia’ que le montaron en Corporeconciliación y del proceso de paz «que no puede desaparecer porque es de los colombianos», Londoño habló con El País a su paso por Cali, a donde vino a ‘darle la cara’ a los reclamos de la antes llamada guerrillerada.

¿Por qué se están saliendo tantos excombatientes del partido Farc?
No era una obligación de los excombatientes ingresar al partido, hay que dejarlo claro, como no es obligación ser del partido para recibir los beneficios de la reincorporación. Políticamente sí trabajamos para que ojalá todos los exguerrilleros militaran en el partido, pero la implementación no empezó bien por un incumplimiento total del Estado y eso incidió para que mucha gente dijera ‘yo no milito’. Y no es que me alegre, pero en el partido tiene que estar el que esté consciente, porque además de la implementación, donde hay tantos problemas, la militancia es otro compromiso. El mensaje que transmití en Cali es que nosotros vamos a asegurar la implementación en la medida en que tengamos un partido fuerte, con capacidad de ‘pelear’ con el Estado porque se cumpla lo acordado en La Habana, como el legítimo representante de los exguerrilleros que firmamos el Acuerdo de Paz.

Pero hay muchas quejas sobre la manera cómo se está manejando…
En todos los partidos hay gente que ingresa y se retira, que cambia de partido. Lo que me llama la atención, en el caso nuestro, es el escándalo que están armando, que es lo que nos hace daño. Me parece que no es una preocupación de buena fe, por lo menos de ciertos sectores. Nos están matando y nos quieren ver también aniquilados políticamente. Tenemos apenas dos años larguitos de vida, con un berenjenal de leyes que no teníamos ni idea que existía, que enredan la actividad política y estamos aprendiendo y saliendo adelante, vamos a hacer la Asamblea Nacional de los Comunes y estamos debatiendo en todas las instancias del partido qué tenemos que corregir. Llamo a los críticos de afuera, ‘métanse al partido para que critiquen adentro, que es donde es válido’. En la Asamblea podemos cambiar incluso todo lo que se quiera, porque es el evento más democrático que tiene el partido en todas sus instancias.

¿Pero le preocupa la situación?
Ningún dirigente de un partido se va a poner contento porque se vaya gente, preocupa y más que se vayan generando ciertos matrices de opinión sin que la gente tenga elementos de juicio. Los problemas que tengamos que ventilar tiene que ser al interior del partido. Cosa distinta es un pequeño sector que sí está con el propósito de dividir el partido o de tratar de imponer una línea distinta, que no aceptamos. El partido definió que renunciamos a la actividad armada. Es más, firmamos un documento de puño y letra de cada uno que decía ‘no cogeremos las armas nuevamente para enfrentarnos al Estado’, pero hay gente que le quiere imponer al partido que tengamos las dos líneas y no lo vamos a permitir.

Lo que se dice en las bases es que ‘los de Bogotá’ se aburguesaron y se olvidaron de la guerrillerada…
Hace poco realizamos una reunión de dirigentes de todos los Etcr y de muchos de las nuevas áreas de reconciliación para contarles lo que se está haciendo, cómo avanza la preparación de la Asamblea Nacional, qué han hecho los congresistas, la Comisión de Género, el Consejo Nacional de Reincorporación, CNR, Humanicemos, el Pnis (Programa de Sustitución de Cultivos) y las dificultades que hay en todas las áreas de trabajo que hay en función de la reincorporación, además del tema Ecomún y la conclusión es: aquí hay un problema de comunicación de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba. Arriba no sabemos muchas cosas que están haciendo en la base y la base no sabe todo lo que se está haciendo allá. Y gente de mala leche, que han promovido esas matrices de mala fe, dicen que no se hace nada. A los congresistas no les queda tiempo casi de nada y tienen unos equipos, las UTL que, falta informarle a la gente, trabajan en función de su tarea política, pero también tienen mucho que ver con la reincorporación.

¿Qué no se ha comunicado?
Lo que hace el CNR, ¿qué ha logrado mantener la renta básica? Que no me gusta mucho, pero resuelve un problema inmediato. ¿Qué ha logrado mantener los Etcr? Las peleas que tiene el equipo de compañeros encabezados por Pastor Alape en el CNR es impresionante, sino que nunca se hace un video contando eso. Cuántos compañeros han sacado el bachillerato, cuánto estamos tratando de hacer para que logren el nivel superior, que no es fácil. Alape anda por Europa, buscando escenarios para que apoyen la reincorporación… Falta más comunicación, pero también hay actividad de mala leche. Yo soy amante de la crítica, incluso una organización se puede acabar por falta de crítica, pero la de buena fe, la encaminada a ayudar a corregir, no la crítica de mala fe.

¿A quiénes se refiere cuando dice que quieren dividir el partido?
Yo no voy a caer en ese campo de dar nombres. Hay un sector, y la gente lo ha ido ubicando, que anda en función de hacer daño con críticas de mala leche contra el partido y sus miembros. A mí, por ejemplo, hay un señor que me califica de que soy el testigo secreto de la Fiscalía contra Santrich. Eso no es una crítica, es una acusación sumamente grave y encaminada a que la gente que está por allá, sin elementos de juicio, diga ‘claro, ya se vendió a los gringos’. Imagínese: los gringos me dieron plata para que yo entregara a las Farc, y yo aquí, con tanta plata, jodiéndome, dando entrevistas sin necesidad.

Se lo pregunto porque hay excombatientes cercanos a Corporeconciliación que dicen que, tras salirse del partido, los están acusando de estar a la sombra de Iván Márquez, lo cual los está poniendo en riesgo…
Yo nunca lo he dicho, cuestiono es a la gente que le hace daño al partido a través de acusaciones falsas. Incluso es bastante peligroso: cualquier día un exguerrillero me mata y lo hace convencido de que está matando a un traidor, como lo del atentado que acaba de pasar: los muchachos iban convencidos de que iban a matar a un traidor. Eso sí es triste que nos pase y es fruto de esas matrices engañosas y de calumnias, porque no es una discusión sana: vamos a un escenario donde discutamos qué se ha hecho en el Congreso, por qué no han hecho esto y si sacamos la conclusión de que los compañeros no nos sirven como congresistas, pongamos unos que sí sirvan, pero con argumentos y de buena fe, no con veneno.

¿Hay una guerra de poder al interior del Partido Farc?
No me atrevo a decir a eso porque al lo menos yo no me meto en ninguna guerra de poder. Ojalá encuentren otro que cumpla este papel. Con mucho gusto me hago a un lado.

¿Pero usted ha dicho que quiere seguir en la dirección del partido?
Lo que pasa es que en medio de todo esto, como ser humano uno tiene angustias frente a situaciones que son nada fáciles de manejar, yo había pensado ‘no me meto en esto’ por eso que usted está diciendo: que dicen que la dirección no sirve, que se vendieron, que se entregaron, y es desmotivante porque lo dicen compañeros que están en una situación crítica porque los proyectos productivos no avanzan y ahora tienen niños que se enferman y tienen dificultades para conseguir la medicina. Todas las dificultades fruto de la reincorporación: van a hacer un proyecto productivo y no pueden porque no hacen las cuentas bien, no escriben bien los números o no hacen todo el papeleo que hay qué hacer y se desmotivan. Entonces, a ese compañero que está decepcionado y aburrido es fácil decirle ‘es que fulano nos vendió, nos entregó’, así yo estaba con pereza de eso, pero a raíz de lo que sucedió, por lo menos hasta la Asamblea voy a seguir tratando de jugar un papel activo, a estar en reuniones con sectores políticos y del Gobierno.

Nosotros sabíamos que la implementación no se iba a dar porque se firmó un papel, había que ‘pelearla’, acompañados de la gente y eso sí me da mucha moral, porque cada vez encuentro más gente que nos apoya, pero no hay que confundirnos: una cosa es el partido, que incluso, si no lo hacemos bien, puede desaparecer, lo que no puede desaparecer es el proceso de paz, que es de los colombianos.

No me queda claro si quiere seguir al frente de la dirección o, mejor, ¿estaría dispuesto a dar un paso al lado por la unidad del partido?
Si la Asamblea decide que yo siga al frente, seguiré, y si decide que me haga un lado, lo haré, sin pelear con nadie ni inventarle calumnias o mentiras a nadie… no consideró que yo le esté haciendo daño a la unidad del partido, son otros. De pronto en la Asamblea dirán ‘sí, usted le hizo daño y lo sacamos de cualquier cargo de dirección’: listo, no hay problema, lo que sí es que nunca dejaré de luchar por lo que nos comprometimos ante Colombia y el mundo.

Y suponiendo que siga en la dirección, ¿qué mea culpa haría?
El mea culpa lo debe hacer la Asamblea. Yo espero que la gente nos lleve ideas de cómo organizar una dirección más funcional, porque no sabíamos de esto y estamos bastante enredados en el manejo administrativo del partido. Hay un poco de requeñeques y se necesita gente profesional o que aprenda cómo se organiza ese aspecto, pero también tenemos deficiencias en la parte ejecutiva. El Congreso Fundacional cometió un error muy grave al nombrar una dirección tan grande: 111 es sumamente grande para un partido pequeño, que apenas está comenzando. Ojalá lo reduzcan y nombren mecanismos de dirección intermedios que sean funcionales, también hay que mejorar en comunicación.

Se da por hecho que allí se va a cambiar el nombre…
Ojalá fuera así, pero sé que hay compañeros que dicen que no. Yo lo plantee en el Congreso Fundacional y si hubiese estado en mi capacidad de imponer, impongo el cambio de nombre, pero se decidió democráticamente. Si hubiese estado en mis manos no hubiera permitido una dirección tan grande, yo planteé una más pequeña. Esperamos que toda esta experiencia se asimile por parte de las grandes mayorías, que son las que toman las decisiones y votan.

¿Por qué cambió de opinión entre el día del atentado, cuando le agradeció a la Fuerza Pública, y días después, cuando le envió una dura carta al presidente Duque?
Es que son dos cosas muy distintas y cuando las cosas se descontextualizan, se distorsiona el mensaje. No me arrepiento de decir eso. Es que me salvaron la vida, pero no puedo ir detrás de cada compañero a darle todos los elementos de juicio que tengo. Si no me quieren creer o creen que estoy vendido al Estado, es muy difícil cambiarlo, pero estoy claro de que si no hubieran actuado como actuaron, me matan, porque esos muchachos iban convencidos de que iban a matar a un traidor. Ya me lo han dicho, el año antepasado estuve para Navidad en Pondores y al segundo día un muchacho me dijo: ‘camarada, le pido disculpas porque ayer yo lo saludé con odio y no le dije camarada, porque a mí me han convencido de que usted nos entregó’. Claro, después de que lo escuchan a uno, se dan cuenta de que los han engañado, y con esto pasa algo similar, yo tengo los elementos de juicio para saber que sí me iban a matar y que sí los neutralizaron. Otro elemento es lo que ha pasado con los cuerpos, incluso hice un derecho de petición al que no me han dado respuesta y eso me preocupa y me extraña. Pero es una cosa muy distinta lo que yo planteo en la carta a Duque. Lo hago como colombiano, como ser humano que estoy con un compromiso, y se lo hago a él también como presidente de la República, que puede incidir, y como ser humano, que piense lo que está pasando, porque ya se está configurando un genocidio, un asesinato sistemático, así lo nieguen, y esas fuerzas que subyacen en todas las regiones y que están en contra de este proceso, de la reconciliación, se alientan. Yo no puedo decir es que Duque les dijo ‘maten a este o maten a los otros’, pero sí está generando que el ambiente sea propicio para que ellos se sientan envalentonados y sigan haciendo lo que están haciendo. Hacia allá va mi llamado, que es completamente distinto a lo otro.

¿Siente miedo de que lo maten?
Viví 40 años en función de eso, siempre todos los días uno trabajaba y se hacían planes de emergencia pensando en no dejarse matar. Aquí lo que me da pesar es que de pronto lo haga quién no lo deba hacer.

Los excombatientes se vinieron a la ciudad y el Acuerdo fue concebido para lo rural. ¿Qué hacer desde el partido para que ellos sigan accediendo a todos los beneficios y no se reclame, como en Cali, que quienes están ocupando cargos públicos en nombre de los reincorporados no son excombatientes?
Es un fenómeno que nunca lo previmos y se nos presentó. En Bogotá, en un momento dijeron ‘hay más de 400’. ¿Qué hacer?: una asociación, porque ya no estamos en la guerrilla, donde la dirección resolvía, ahora entre todos, como colectivo, tenemos que entrar a resolver. El primer nivel de organización es el partido, pero si no lo quieren, hay que buscar otras formas. En Bogotá tenemos a ANA, que a través de la Alcaldía están viendo cómo ocupar compañeros nuestros en las megaobras que se están proyectando. Ahora, es una matriz muy peligrosa decir que el partido está lleno de gente que no eran guerrilleros. Incluso, la Asamblea Nacional tiene que proyectar cómo crecemos, cómo metemos profesionales, gente de la sociedad colombiana que abrace las banderas del partido. Por eso, como colofón de esta conversación, digo: si quieren que el partido cambie, militen dentro del partido y den la pelea dentro de él, que en las Farc lo hacíamos así, a pesar de que era una organización militar.

COLPRENSA

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