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Es un tema global. Prioritario. La globalización ha tenido un efecto perverso en lo que ha sido la distribución de la riqueza en países como Estados Unidos, Inglaterra y el resto de Europa. Los sectores más favorecidos supieron aprovechar al máximo las ventajas y oportunidades que ofrecía el nuevo esquema de la organización mundial en términos financieros y comerciales.
Los gravísimos problemas que conocemos hoy en Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, Italia, España, etc., son el resultado de una pésima repartición de la nueva riqueza mundial. Los datos son asombrosos. Y conviene recordarlos. Para ello voy a utilizar el Informe del Instituto para la Democracia y la Asistencia Electoral, Idea (por sus siglas en inglés), titulado ‘El estado global de la democracia’, publicado en 2017.
Comencemos con los datos más impactantes. En lo referente a la concentración de la riqueza la cifra es increíble: ocho personas son dueñas de tanta riqueza como la mitad de todos los pobres del mundo. Miremos cómo ha evolucionado el tema en los últimos años. En 2010, 388 personas tenían esa riqueza. En 2015, tan sólo 80 y ahora, como ya se dijo, apenas ocho. Así ha crecido la inequidad en el mundo.
Se reconoce que desde 1990, 1,1 billones de personas han salido de la extrema pobreza. La desigualdad dentro de los países está en la cifra más alta de la historia, no obstante esta mejoría. Los niños más pobres tienen ahora cuatro veces menos posibilidades de matricularse en la escuela primaria. Estas desigualdades son particularmente notorias entre los jóvenes. Antes afectaban principalmente a los viejos. Las dificultades de acceso señaladas en materia de educación se extienden a otros sectores como la salud, vivienda, etc. La verdad es que el 1 % de la población mundial ha recibido un beneficio espectacular, obteniendo el
25 % del ingreso mundial en 2008, comparado con el 11,5 %, veinte años antes.
No hay para que traer a cuento más estadísticas, estos datos han sido tomados de la página 162 del informe arriba citado. ¿Cuál es el impacto de esta situación en el comportamiento electoral o en la credibilidad en las instituciones democráticas? Por eso toda esta literatura tan abundante en la última década sobre la crisis de la democracia liberal.
Este es un tema de enorme preocupación para los gobiernos, para las agencias multilaterales de desarrollo y los tanques de pensamiento. Los partidos políticos parecen no tener conciencia de este tema y así los que están formando parte de la clase política y del gobierno, en diversos países.
El mismo informe señala así las consecuencias de tanta inequidad: excluye a grupos de la sociedad del proceso político, hay discriminación en la provisión de los servicios de educación, salud, etc. Exacerba la desconfianza, crea un sentimiento de alienación, amenaza la legitimidad del Gobierno, aumenta la polarización y el resentimiento; puede llevar al populismo, puede aumentar el extremismo violento, y puede desatar conflictos y hasta guerras. Al tiempo que socava el bienestar de la población marginada aumenta el poder de los ricos y privilegiados (página 164).
¿Acaso debemos sorprendernos de que el presidente Duque establezca como el primer objetivo de su obra de gobierno el tema de la equidad? Es que según informes de la Cepal y otras agencias, Colombia es, con Haití, el país más inequitativo. Apenas natural que esa sea su obsesión, su propósito. Sabe para dónde va.
*ExMinistro de Estado