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La división en EE.UU. llega al Congreso

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Bajo los aplausos, el vicepresidente Mike Pence juró a los nuevos senadores en la Cámara Alta, donde 53 republicanos controlarán la mayoría frente a 45 demócratas y dos independientes alineados con los demócratas.

La política estadounidenses inició este ayer un nuevo capítulo con la inauguración de un Congreso que refleja la división del país y promete hacer contrapeso a Donald Trump, quien tras dos años gobernando con viento a favor deberá negociar con los demócratas que recuperan la Cámara Baja.

Este nuevo Congreso, que marca un récord en el número de mujeres y de representantes provenientes de minorías, asumió sus funciones después del mediodía local (17H00 GMT).

Bajo los aplausos, el vicepresidente Mike Pence juró a los nuevos senadores en la Cámara Alta, donde 53 republicanos controlarán la mayoría frente a 45 demócratas y dos independientes alineados con los demócratas.

Para Trump, la asunción del 116º Congreso marca el paso de la Cámara de Representantes al control de los demócratas, que tendrán 235 de los 435 escaños frente a 199 republicanos.

En este ciclo electoral, una de las figuras centrales será Nancy Pelosi, de 78 años, que este jueves aspira a recuperar en la sesión plenaria el rol de líder de la bancada mayoritaria en la Cámara de Representantes, un cargo que ocupó entre 2007 y 2011.

Pelosi llegó al Capitolio vestida de fucsia con una sonrisa llena de emoción antes de someterse a la votación del pleno que la confirmará en el tercer cargo representantivo más importante en Estados Unidos, después del presidente y del vicepresidente. 

El nuevo Congreso va tener una vocación unificadora y va a «debatir y hacer avanzar las buenas ideas, sin importar de donde vengan», de acuerdo con Pelosi, según los extractos de su discurso publicado con antelación. 

La pérdida de la Cámara Baja complica el panorama a Trump para el resto de su mandato y en especial para proyectos como la construcción de un muro en la frontera con México, una de sus promesas insignia de campaña.

La inauguración se produce en medio de una feroz pugna que tiene parcialmente paralizado al gobierno desde el 22 de diciembre por la demanda de Trump de incluir en el presupuesto fondos para el muro.

Los demócratas se han opuesto firmemente a esta iniciativa, que tiene un costo de más de 5.000 millones de dólares y que, según la oposición, no es una respuesta adecuada para un tema complejo como la inmigración. 

Hasta ahora, los demócratas proponen por un lado renovar hasta el 30 de septiembre los presupuestos de las agencias que no son objeto de ninguna controversia y prolongar solo hasta el 8 de febrero la partida del Departamento de Seguridad Interior, que se encarga de las fronteras. 

Pero cualquier propuesta puede quedar en nada si no cuenta con 60 votos en el Senado.

Trump, que tiene derecho a veto, advirtió que mantendrá la situación actual «el tiempo que haga falta» y convocó a una reunión el viernes. 

La dilatación de la negociación hace posible que ambas partes busquen un acuerdo más amplio. Por ejemplo, una hipótesis es que los demócratas den los fondos para el muro a cambio de un estatuto para los «dreamers», los indocumentados que llegaron siendo niños a Estados Unidos.

WASHINGTON, AFP

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