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En octubre de este año, debemos elegir a los gobernadores o gobernadoras que asumirán el mando de los departamentos por cuatro años a partir del primero de enero 2024, igual ocurrirá con los alcaldes o alcaldesas, que designemos para dirigir los destinos de los distritos y municipios de Colombia, estas serán las personas que tendrán la responsabilidad de manejar los recurso públicos de los diferente entes territoriales que componen la división política de Colombia.
A la vez, debemos escoger a los diputados o diputadas y concejales o concejalas que harán parte de las asambleas departamentales y los concejos municipales, corporaciones que son coadministradoras en sus respectivas circunscripciones electorales, según lo determina nuestra constitución.
La importancia de estas elecciones, además de contribuir a la actualización de nuestra democracia, radica en que es la oportunidad que tenemos los habitantes de las entidades territoriales, expresar nuestra voluntad soberana, sobre a quienes queremos ver manejando los destinos de nuestros departamentos y municipios, pues estas entidades, son fundamentales en el desarrollo de las comunidades municipales y departamentales.
Se trata de escoger a los administradores o administradoras de todos los recursos con que cuentan cada uno de estos entes territoriales, recursos económicos, humanos y físicos, por lo tanto no se deben seleccionar a politiqueros o politiqueras que nos pinten “pajaritos preñados” en sus discursos, vamos a elegir a los gerentes o directoras de nuestras sociedades, que presenten en sus campañas sus programas de gobierno, con los cuales se comprometen a solucionar los problemas que aquejan a los departamento y a las ciudades, no podemos dejar que nos encanten con cantos de sirena o agraviando a los de antes, o prometiendo soluciones inalcanzables.
Debemos exigir seriedad en loa planteamientos que hagan en las campañas, la polarización política como arma electoral, no es la solución a los problemas de nuestra sociedad, la violencia verbal y los señalamientos o las justificaciones de que no han podido gobernar, los que detentan el poder, por culpa de otros o por supuesta persecución de la autoridades, no son válidas, tenemos, debemos y necesitamos exigir respeto por nosotros los electores y por lo tanto, requerimos verdaderas propuestas de gobierno y no populismo electoral.
Los electores deben exigir de los candidatos y candidatas, claridad en lo que harán si llegan a ser elegidos, no podemos seguir tolerando más compadrazgos en la administración pública, la contratación debe ser transparente y siempre buscar el beneficio común y no la satisfacción de intereses particulares, el nombramiento o apoyo político a familiares de los administradores, debe desaparecer de las costumbres que han imperado en la administración pública.
Colombia no vive un buen momento ni político, ni administrativo, tenemos problemas de seguridad, nos anuncian posibles racionamiento de energía si sigue el fenómeno del niño, las reformas que se tramitan en el Congreso, son regresivas y pueden llegar a afectar a las familias menos favorecidas.
Como se dice “el palo no está para hacer cuchara” es hora que el pueblo, la sociedad en general, “tome el toro por los cachos” y elija administradores o administradoras en las gobernaciones, alcaldías asambleas y concejos a personas con preparación de lo que es la cosa pública, que tenga trayectoria en lo público o privado de honestidad, seriedad, y que hayan demostrado durante el transcurrir de su vida capacidad y competencia para ser gerentes.
Hay que tomar en serio las elecciones de octubre, es posible que el futuro del país, dependa de lo que pase en ellas, aunque usted no lo crea así.
*Abogado