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Venta de pescados y mariscos están bajo control del Distrito 

En el recorrido observaron el estado de  refrigeración y almacenamiento en que se encuentra el producto para evitar posibles intoxicaciones. 

El pescado es de esos alimentos que obligatoriamente hacen parte de la dieta de los habitantes del Caribe colombiano, no obstante, su consumo se intensifica en los días de Semana Santa, esto motivado por la tradición gastronómica y las prácticas religiosas que invita a suspender la preparación de carne roja.

Por todo lo que representa la industria pesquera para la ciudad, la Alcaldía Distrital realizó un recorrido por sitio autorizado para su comercialización en el Mercado Público.

La Secretaría de Desarrollo Económico visitó las colmenas de la Plazoleta de ‘Pescados y Mariscos’, no sólo para la promoción del lugar, sino también para averiguar el estado en que se encuentran los refrigeradores donde se almacena la carga.

Iván Calderón, jefe de esta cartera, resaltó que cada uno de los puestos de venta cuenta con la debida higiene y desinfección que obliga para estos casos. Resaltó que con el ánimo de brindar garantías sanitarias este escenario, que fue construido en el marco de la recuperación del antiguo mercado, ha propendido a la organización y formalización de los que un día fueron vendedores informales de la ciudad y que ocuparon los antiguos callejones.

“Este es un ambiente seguro sanitariamente. Es una zona donde se consigue un pescado en óptimas condiciones. Cuando compramos aquí estamos logrando dinamizar toda una cadena económica, desde nuestros pescadores artesanales hasta los que comercializan la mercancía. Aquí es donde se puede hacer un buen ahorro”, expresó Calderón.

Entre la variedad de frutos del mar que se expenden en esta central, los mismos microempresarios aseguran que la cojinoa y el bonito son las especies que más han tenido demanda por parte de samarios y turistas. Asimismo, subrayan que muchos lamentan que haya bajado la oferta de cachorretas, una especie que estuvo en subienda y puede ser preparada en varias presentaciones.

Julio César Quesada, minorista de pescados, aseguró que en su establecimiento las personas pueden encontrar róbalo, jurel, sierra, lebranche, salmones, bagre, mojarra, cachamas, langostinos. “Nosotros nos preocupamos por mantener la cadena de frío para que los productos no se dañen. El comprador al mirar el ojo, el color, las aletas o la escama del pescado se puede dar cuenta si es fresco o no. Los precios son asequibles, el kilo va desde $10.000 hasta $30.000, para que no haya excusas por los valores. Manejamos también la cojinoa, el bonito, la turbina y el medregal. La gente está llegando a comprar porque vendemos más barato que en otro lugar”.

El secretario insiste en que, en esta área comercial se genera una confianza con el que expende el pescado, quien “se termina convirtiendo en un pariente o familiar, y esto se da por la cercanía con el consumidor. Por eso aquí hay toda la seguridad que los precios son justos, nada de robo. El vendedor te puede decir qué puedes llevar… Esta obra de los ‘Gobiernos del Cambio’ ofrece parqueadero, seguridad, personal de aseo y un magno restaurante donde se puede consumir toda la comida de mar y de río, platos desde $25 mil pesos en un verdadero espacio familiar”.

José, conocido como ‘El de la bendición de Dios’, al término del recorrido del funcionario de la Alcaldía señaló: “Nosotros vendemos todos los días un pescado fresco y barato, porque aunque todo ha subido, el pescado se mantiene estable para que el pueblo venga y se acomode y surta sus neveras”.

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