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Santos fue a la Comisión de la Verdad a contar “su verdad”, en un discurso de autoelogios y cínicas mentiras, comenzando por la de que el país sufría “una guerra que por fortuna terminó”, pues ni fue guerra, ni ha terminado la amenaza narcoterrorista que sí sufre el país.
Álvaro Uribe, en respuesta, dio una entrevista sin libreto, sencilla y digna, en la que se rehusó a pronunciar el nombre de a quien se refería como “el señor”, para responder a sus mentiras.
Que Uribe quería aniquilar a las Farc y él prefería la “derrota estratégica” para negociar luego. Que Uribe estimuló la “Doctrina Vietnam” -conteo de muertos-, que él cambió por una de respeto a los DD.HH. Que los informes de las unidades priorizaban las bajas, hasta que él priorizó las desmovilizaciones; mentira miserable, no solo con Uribe sino con los anteriores ministros. Las movilizaciones fueron prioridad desde el inicio del gobierno, afirmó Uribe sin ambages.
Que fue suya la decisión de retirar a 27 oficiales por indicios de falsos positivos, llevándosela al presidente como hecho cumplido, algo que desmiente Uribe, pues fue él quien, sin que nadie le dijera, decidió retirarlos e informarle al país.
Que su viceministro Jaramillo apoyaba la prioridad en Derechos Humanos, y el viceministro Pinzón las tesis de aniquilación de Uribe. Que Uribe no aceptó la existencia del conflicto, lo cual es cierto, dizque para no estar sometido al DIH frente a las Farc, lo cual es falso.
Es extraño, resaltó Uribe, que, si existían tantas diferencias, “el señor” nunca las expresó, como ministro ni como candidato; que aceptara ser lo uno y lo otro con banderas que no compartía; que no aceptara la tesis de la amenaza narcoterrorista, mientras calificaba de narcoterroristas a las Farc en sus discursos; que desconociera el esfuerzo del gobierno y los anteriores ministros en DD. HH.
No es extraño. Es la misma persona que mintió en campaña y manchó su banda presidencial con esa mentira; la que urdió lo del hacker para robarle la presidencia a Óscar Iván; la que juró que ningún delito atroz quedaría sin cárcel y nadie de las Farc iría al Congreso sin pagar antes su pena; la que se inventó los “enemigos de la paz” y persiguió a Fedegán por ser uno de ellos; la que convocó un plebiscito y despreció sus resultados; la que prefería doblegar a las Farc para negociar, y negoció como si él fuera el doblegado.
La persona que nos dejó el narcotráfico que financia la violencia; la investigada por esconder cartas del Fiscal sobre excombatientes que seguían delinquiendo; un prevaricato para no dañar “su Acuerdo” ni ensuciar “su Nobel”.
La que se reúne con los del paro, con Cepeda y los Comunes, con los de “la Esperanza”, donde tiene a Cristo y De la Calle, y con los progresistas, donde tiene a Roy. ¿Será que, de cara a 2022, estamos ante el “titiritero mayor”?
*Presidente de Fedegán