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El Covid se llevó a Larry King, el genio de las entrevistas

A sus 87 años falleció a causa del Coronavirus, había sobrevivido a un ataque al corazón en 1987, así como a un cáncer de pulmón y de próstata.

Larry King se quedó, al fin, sin preguntas. El entrevistador más célebre de la televisión de EE.UU. falleció ayer en un hospital de Los Ángeles. Tenía 87 años. La compañía que fundó en 2012, Ora Media, no dio la causa de su fallecimiento al informar del deceso, pero King llevaba más de una semana hospitalizado y había sido tratado por Covid-19.

Es imposible saber cuántas preguntas hizo durante una carrera de décadas en la radio y la televisión. Se calcula que realizó unas 50.000 entrevistas. A razón de veinte preguntas, un millón. Se las hizo a todo aquel que él creía que tenía algo que contar. No tenía que ser conocido ni poderoso. Se sentó con líderes mundiales –reunió, por ejemplo, a Yasser Arafat, el rey Hussein de Jordania y Yitzhak Rabin en una entrevista-cumbre en 1995–, con los famosos punteros del momento y, también, con desconocidos. Su rango de entrevistados no tuvo límites: políticos, estrellas del deporte, líderes religiosos, «celebrities» juveniles o expertos en fenómenos paranormales.

Más curioso que intelectual, Larry King nunca se consideró un periodista. Sus entrevistas no buscaban extirpar información del invitado, aunque en ocasiones fueran muy noticiosas –como cuando Ross Perot anunció en directo, en 1992, su candidatura a la presidencia de EE.UU.–. Fueron más una conversación constante, cada noche, en la que King solo provocaba que sus entrevistados hablaran.

Lo consiguió con Frank Sinatra, que huía de los entrevistadores. O con Marlon Brando, todavía más huidizo, y con quien acabó cantando a dúo y con un beso en los morros que se convirtió en viral cuando lo viral no existía.

King, con sus famosos tirantes y sus gruesos anteojos de marco negro, era conocido por su programa de entrevistas en la cadena CNN «Larry King Live», que condujo durante 25 años.

«Durante 63 años y en plataformas como la radio, la televisión y medios digitales, los miles de entrevistas, premios y reconocimiento global a Larry son un testamento de su talento único y duradero como comunicador», reza el comunicado de Ora Media divulgado en Twitter.

La larga lista de entrevistados por King incluye a todos los presidentes de Estados Unidos desde 1974, líderes como Yasir Arafat o Vladimir Putin y celebridades como Frank Sinatra, Marlon Brando y Barbra Streisand.

La última emisión de «Larry King Live» fue en 2010, un emotivo programa con tributos como, por ejemplo, el del entonces presidente Barack Obama, que lo consideró «un gigante de la comunicación».

Apenas conocida la noticia de su muerte comenzaron a llegar tributos desde los medios, la política y el mundo del cine de Hollywood. Putin saludó su «gran profesionalismo y su indudable autoridad periodística», de acuerdo con un comunicado emitido por el Kremlin.

La corresponsal de CNN Christiane Amanpour lo recordó como «un gigante de la comunicación y un maestro de la entrevista a celebridades o jefes y jefas de Estado».

Le criticaban que no era incisivo. Que no arrinconaba a los entrevistados -en especial, a los poderosos- con preguntas incómodas. Siempre presumió de no prepararse las entrevistas y seguir sus instintos. Dejar que el invitado hable, que no se defienda, para presentarlo al espectador. Eso le conectó con el público y le dio éxito. Primero, durante muchos años en la radio, en un programa de entrevistas de difusión nacional. Después, desde 1985, en CNN, donde Ted Turner le fichó en los comienzos de la cadena de noticias. Pronto su programa diario se convirtió en el más visto del canal. Era una puerta abierta cada noche, durante una hora, a la gente más interesante del momento. Desde presidentes a buscavidas.

Él fue, en realidad, uno de estos últimos. Hijo de inmigrantes judíos de clase media, que regentaban un bar en Brooklyn, King fue un mal estudiante que soñaba con triunfar en la radio. Alguien le dijo que en Florida había oportunidades y se fue rumbo al Sur, donde empezó fregando los suelos de una pequeña emisora local. Cuando le dieron la oportunidad de ponerse en el micrófono, cambió su apellido –Zeiger, alguien le dijo que sonaba muy judío– por King.

Su vida fuera de los micrófonos le hubiera valido una entrevista en su propio programa. Se casó ocho veces –con siete mujeres, repitió con una de ellas–, se arruinó con el vicio de las apuestas, defraudó a un socio para pagar sus propias deudas y tuvo problemas con el fisco. Era un tipo de la calle y se esforzaba en que se notase en sus entrevistas, en su acento de barrio, con un humor socarrón y agudezas de pillo.

Las soltaba con una voz ronca y punzante, que acompañaba a una imagen personal que queda para la historia de la televisión: los ojos saltones, el pelo para atrás, los pómulos pronunciados, en mangas de camisa, con corbatas coloridas y su marca inconfundible: los tirantes.

La figura de «Star Trek» y las redes sociales George Takei destacó que King entendió «el triunfo y la debilidad humanas por igual», al tiempo que la actriz Kirstie Alley, famosa por la serie «Cheers», dijo que era «uno de los pocos conductores de programas de entrevistas («talk show») que te dejaba hablar».

AMOR POR LA RADIO 

Nacido como Lawrence Harvey Zeiger el 19 de noviembre de 1933 en un hogar humilde de inmigrantes judíos rusos en Brooklyn, King siempre dijo que lo único que le interesaba era ser locutor de radio.

A los 23 años se mudó a Florida con el fin de buscar empleo.

En 1957 se convirtió en un «disc-jockey» de una radio de Miami, ocasión en que cambió su apellido a King porque el gerente le dijo que Zeiger era «muy étnico».

Para otra radio de Miami grabó emisiones desde un restaurante con entrevistas realizadas ante el público presente.

En 1978 se trasladó a Washington para conducir un programa de radio nocturno antes de ser detectado por la CNN.

La cadena fundada en 1980 contrató a King en 1985 para ponerlo al frente de sus emisiones nocturnas.

«Larry King Live» se emitió desde 1985 a 2010, seis noches por semana con un alcance de más de 200 países. CNN ha calculado que realizó unas 30.000 entrevistas.

En el apogeo de su éxito, el programa atraía a más de un millón de espectadores cada noche y convirtió a King en la estrella de la televisión por cable, con un salario de más de siete millones de dólares anuales.

Ante las críticas por ser a veces muy blando con sus invitados, respondió: «No me interesa humillarlos, no me interesa adularlos», dijo a la AFP en 1995. «Solamente soy curioso».

Tras dejar la CNN emitió entrevistas en su sitio web y luego condujo el programa «Larry King Now» en Russia Today, una cadena internacional financiada por el gobierno.

Su vida privada también fue única: se casó ocho veces -dos con una misma pareja- y se divorció ocho veces.

«En lugar de adiós, qué tal hasta pronto», dijo, con su voz quebrada por la emoción en el último programa de «Larry King Live».

En 2010 dejó la CNN. Su estilo cada vez tenía menos tirón y la competencia, con presentadores muy inclinados hacia una u otra tendencia política, le comía terreno. Pero nunca se fue. Siguió con sus programas en sus propios medios y con especiales en CNN. Ya octogenario, era un comentarista habitual en Twitter y siguió aferrado al micrófono. Ayer, por fin, colgó sus tirantes./AFP 

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