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La Cámara de Diputados española vivió un episodio político de gran relevancia en el contexto de la política exterior. Tal y como estaba previsto, la mayoría absoluta del Congreso pidió al Gobierno de Pedro Sánchez que reconociera la victoria de Edmundo González Urrutia en los comicios del 28 de julio en Venezuela, lo que implicaría aceptar su condición de presidente electo de ese país, quien debería asumir su cargo el próximo 10 de enero. La votación arrojó un resultado de 177 votos a favor, 164 en contra y una abstención, evidenciando una clara división en la Cámara.
El Gobierno, sin embargo, afronta este resultado con una postura que deja entrever su intención de no acatar la decisión de la Cámara. La administración de Sánchez ha dejado claro que la posición y las acciones internacionales de España son competencia exclusiva del Ejecutivo. Esta postura no es nueva; ya en el pasado, Sánchez ignoró una resolución similar en relación con el Sáhara Occidental, en un movimiento unilateral que también fue objeto de críticas.
La decisión del Congreso en favor de reconocer a González Urrutia como presidente electo de Venezuela tiene, de momento, un carácter simbólico. El Gobierno insiste en que lo correcto es esperar a la publicación de las actas electorales por parte del régimen de Nicolás Maduro antes de tomar una decisión formal. Según el Ejecutivo, es esencial mantener la línea común adoptada por los 27 países miembros de la Unión Europea y no adelantarse a una postura oficial de reconocimiento, lo que genera tensiones entre los partidos opositores y el Gobierno.
El Partido Popular, que presentó esta proposición no de ley, ha logrado sumar a su causa a otras formaciones políticas, incluyendo a Vox, UPN, Coalición Canaria y, sorpresivamente, al PNV, uno de los socios habituales del Gobierno. Este último, con sus cinco escaños, fue crucial para que la propuesta alcanzara la mayoría absoluta en la votación.
Por otro lado, el PSOE, junto a sus socios de investidura como Sumar, Podemos, EH Bildu, ERC y el BNG, se encontró en una posición incómoda y arrinconada. A pesar de no compartir plenamente los motivos de rechazo a la propuesta del PP, estos partidos defienden que no se debe reconocer a González Urrutia, a quien consideran un “ultraderechista” vinculado a los intereses de Estados Unidos. No obstante, ninguno de estos partidos se posiciona en defensa de Maduro, dado que los organismos internacionales y las pruebas presentadas no respaldan un escenario favorable para el actual mandatario venezolano.
Para los socios de Sánchez, es fundamental que las instituciones democráticas de Venezuela determinen el futuro del país, aunque se reconoce que esas mismas instituciones están controladas por el régimen de Maduro, lo que plantea dudas sobre la imparcialidad del proceso. Esta situación ha sido un motivo de preocupación constante, ya que el Gobierno de Maduro ha sido acusado de manipulación electoral y represión contra la oposición.
En esta ocasión, la estrategia del Partido Popular fue someter a votación la propuesta en su conjunto y no de forma fragmentada, lo que impidió al PSOE y al Gobierno expresar las particularidades de su posición. “Para el Ejecutivo, el reconocimiento ya de Edmundo González como presidente electo de Venezuela sería poco menos que un brindis al sol”, señalaron fuentes cercanas al Gobierno, argumentando que tal acción no beneficiaría a la oposición venezolana y podría restar influencia a España en futuras negociaciones con el régimen de Maduro.
El Gobierno, por tanto, prefiere mantener una posición de prudencia y continuar negociando en el marco internacional, especialmente con el objetivo de lograr la liberación de presos políticos o garantizar la seguridad de los líderes opositores en Venezuela.