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Por
GIULIANA
MANCUSO
El afán le quita a nuestra mente la capacidad de concentración, enfoque y solución, esto nos hace inefectivos en la resolución de problemas. Preocuparse en exceso y afanarse no resuelve ningún problema, no resuelve o suple ninguna de nuestras necesidades, sino que por el contrario agrava esa situación que estamos atravesando.
Me maravilla la gran facilidad con la que llegamos a afanarnos o a ponernos ansiosos. Es asombrosa la capacidad del ser humano de dedicarle tiempo y esfuerzo mental innecesarios a cualquier problema o situación ajena a su control por minúscula que sea.
Deberes, situaciones y conflictos laborales, responsabilidades de cualquier tipo (principalmente lo interminables que suelen ser las económicas) hay pocas cosas en el mundo más fáciles que acumular preocupaciones.
Lo incierto y desconocido de nuestro futuro nos provoca constante ansiedad y nos hace afanarnos con mucha frecuencia.
Las mujeres desean tener los bebés en tres meses, comer rápido para poder coger el celular, dormir poco, invertir tiempo es cosas innecesarias y luego quejarte porque el tiempo no te alcanzó. Estoy segura que en la quietud hay solución a todos tus problemas.
Si te tomas el tiempo para ver la situación que te afana desde otra perspectiva sin dejar de darle la importancia que merece, podrás encontrar más pronto la salida. Tu mente debe estar alineada con tus emociones y tu corazón, porque de nada vale estar en un lugar buscando soluciones, si tu mente está volando.
Muchos acuden al jefe, o a un líder espiritual o a alguien de confianza en busca de ayuda para solucionar un problema, pero no tienen calma para escucharlo, incluso se adelantan a responder cuando la otra persona no ha terminado de hablar. Esta actitud además de crear confusión incrementa el estrés y no contribuye a solucionar nada.
Aprende a escuchar. Tu actitud para escuchar debe ser calmada y apacible. Si estás ansioso y enojado, no escuchas, solamente esperas algo que te provoque para reaccionar. Para poder escuchar y hablar es necesario encontrar primero la paz interior.
El afán te aleja de lo importante. No puedes hacer muchas cosas al mismo tiempo, y si lo intentas ninguna sale bien. Si le das a cada cosa su momento y su lugar, todo lo harás mejor.
Cuando vives por tu propio interés y no por el de los demás, terminas afanado y angustiado. Las personas egocéntricas manejan mucha ansiedad porque están concentradas en sus problemas y no piensan en nadie más.
El agotamiento no viene por el exceso de trabajo sino por el afán y el exceso de preocupación, Terminas agobiado y agotado por una actitud mental más que por una actividad física.
Consecuencias negativas del afán: primero, el afanado habla mal de quienes no lo están. El adicto al trabajo se compara con los demás y se siente superior. Ahora se alaba el estrés, porque se cree sinónimo de éxito. Pero es necesario encontrar un balance.
Segundo: El estresado siempre se victimiza. Es típico que las personas dedicadas a muchos quehaceres sientan que se aprovechan de ellas.
Una cosa a la vez. Enfócate en una cosa y la harás bien. Si te afanas en muchas cosas a la vez no lograrás terminar ninguna con éxito. Detente a disfrutar lo que vives. Si necesitas consejo para priorizar tus tareas, háblale al Señor. Él te dará paz. Busca un espacio que reconforte tu mente, tu espíritu, tu alma y de esta manera sigue adelante.
Tú actitud positiva ante la vida, te ayudará a transformar muchas cosas, y te enseñará a conservar la calma aún en medio de lo que puedes ver como tormentas. En la quietud y soledad puedes tener la solución.