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No puede ser más la nuestra una ciudad fallida, no puede ello caracterizarnos, porque afortunadamente a pesar de las desastrosas recientes administraciones, a querer o no, nuestra ciudad no cumple a Dios gracia con muchas de las características de su definición,
cual es ser un conglomerado urbano en el cual gobierno y demás actores estratégicos de la sociedad urbana han perdido el control y su capacidad de gestión de las problemáticas, dejando de ser un lugar de oportunidades para convertirse en un escenario de patologías urbanas.
Nos faltó gobierno en las tres anteriores administraciones municipales, lo que es más que evidente como lo muestran índices y estadística. Se cedió al crimen organizado, hubo vacío de poder, no tuvimos una hacienda sólida, carecimos de capacidades y recursos para satisfacer las necesidades esenciales de la ciudadanía y comunidad en general, muchas de nuestras instituciones se hicieron frágiles, y, aunque fueron sometidas a un desgaste brutal y deliberado, resistieron y deben ser fortalecidas.
Fueron nuestros tres anteriores gobiernos, fallidos, que dejaron problemas que nunca cedieron, como fueron, entre otros, inseguridad, violencia, corrupción, impunidad, entre otros y apenas algún buen resultado. La violencia, en todas sus formas, afecta la integridad física y patrimonial de cada vez más personas. Delitos muchos cometidos por el crimen organizado, producción y distribución de drogas sintéticas, lavado de dinero y un clima de inseguridad que afectó en mucho a las personas en su vida cotidiana.
La aguja de la corrupción se movió negativamente en muchos grados. Fue sistémica, costosa e impune; y, al igual que con el crimen organizado, no hubo distingo entre estratos socioeconómicos ni entre gobierno y sociedad y le costó a la ciudad miles de millones de pesos y a las personas comunes y corrientes una buena proporción de sus ingresos. Verdaderos gobiernos fallidos por donde se les mire que nunca beneficiaron ciudad, ciudadanía ni comunidad.
Fueron los referidos gobiernos, lo que no debe repetirse jamás en nuestro territorio, incapaces de garantizar la seguridad y la estabilidad, hoy asuntos cruciales de política, puesto que el desorden en los gobiernos frágiles propaga ondas de choque, debiendo ser ello tema de prioridad estratégica, donde la sociedad civil multiplique las iniciativas para seguir adelante y propugnar porque los gobiernos garanticen las condiciones mínimas de seguridad y de supervivencia a sus pobladores, más cuando el concepto de gobierno fallido influye en los debates en desarrollo y ciencia política.
Necesitamos por complejo que tal proceso sea, un gobierno distrital transformado con instituciones políticas potenciadas en beneficio colectivo y profundas reformas políticas, sociales y económicas. Acortar la distribución inequitativa y desigual del ingreso, lo que requiere un análisis razonado de causas y consecuencias, esencial en un entorno marcado por estrategias de influencia y globalización, ya que hechos y acciones de gobierno deben ser ciertos y no utopías ni quimeras.
*Jurista.