HOY DIARIO DEL MAGDALENA
Líder en la región

¡Otra vez!

Convendría reflexionar sobre los temas que deben incorporarse a una reforma política. Y, ante todo, preguntar si conviene adelantar debates sobre esas reformas sin contar con información ilustrada de las experiencias de otros países para identificar los eventuales errores o probables aciertos.

Por deformación profesional me cuesta trabajo ver que se lanzan al debate parlamentario, ayer, hoy o mañana, propuestas que parecen haber sido obtenidas en conversación de café o en los corredores del Congreso. Viene a mi memoria cómo en otros países se hace ejercicio intelectual que busca precisamente identificar las mejores fórmulas.

¿Cuántas reformas se han introducido al sistema político desde cuando en 1991 se realizó, por consenso, ambiciosa reformulación de las instituciones principalmente electorales?

Hoy volvemos a esa rutina, en las mismas circunstancias. No se profundizaron en la práctica las reformas del 91. Esa puesta al día que hizo Colombia no ha rendido todos los frutos que se hubieran podido lograr. Reformar sistemas electorales, partidos políticos, financiación de campañas, sin debates informados es una manera de deteriorar el sistema político que es lo que ha venido ocurriendo en Colombia. Deplorable que así sigamos. Las reformas del 91 las habría envidiado un gobierno de izquierda.

Está bien repensar fórmulas que algunos daban por intocables o irremplazables. El sistema político está en proceso de perfeccionamiento en todas partes. Muchas reformas no dan los resultados buscados. Es tarea de todos, partidos políticos, universidades, centros de pensamiento y quienes nos preocupamos por el buen funcionamiento de la democracia. Ello quiere decir por una democracia que esté al servicio del bienestar general, del bien común, en la cual los sectores vulnerables encuentren la manera de ‘gozar de la vida’.

La idea de limitar los períodos para permanecer en un cargo de elección popular es muy discutible. Parte de un supuesto equivocado, que no conviene tener congresistas, concejales o diputados experimentados en su oficio, que verdaderamente es complejo y difícil. Se requiere sólida vocación para aspirar a ser elegido durante 16 o más años.

Pero qué bueno que algunos tengan ese deseo y luchen por alcanzarlo. Terrible sería aplicarle la misma limitación, doce años, a un profesor universitario, a un médico, a un abogado, o a un militar… rara concepción de la vida. Acaso la experiencia no sirve o mejor se va estrenando con frecuencia… El aporte intergeneracional de los nuevos y los experimentados es de la esencia en cualquier institución, hasta en la familia, niños, jóvenes, padres, abuelos.

Pero si los congresistas creen en la bondad de la idea de limitar el número de períodos… difícil ir en contravía.

Evidentemente la ciudadanía no tiene conocimiento de la reforma que a las carreras se está tramitando. Da la sensación de que los ciudadanos no deben interesarse en las instituciones políticas. Sólo los congresistas. A su manera. ¡Rara concepción de la democracia!

En otras columnas, viejas y nuevas, y en libros me he referido obsesivamente al tema de financiación de las campañas, los partidos y los políticos. No reiteraré esas opiniones aquí. Simplemente, afirmo que es asombroso que en un país donde el crimen organizado ha venido financiando diversos aspectos de la vida política se proceda, una vez más, a regular el tema como si estuviéramos en un país de ángeles. ¡Increíble!

*Exministro de Estado 

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