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Interesante reflexionar sobre la reforma universitaria del año 1918 surgida en la Universidad de Córdoba de Argentina. Un grupo de estudiantes promovió un proceso de cambios con revueltas, con el objetivo de discutir el papel de la universidad en la modernización de la sociedad para adaptarla a la evolución de la historia.
No se trataba de rendirle pleitesía a ningún dogma ni a ninguna verdad absoluta, era lo que los jóvenes sentían. Cien años después 17 países latinoamericanos, incluido Colombia, constitucionalizaron la “autonomía universitaria”.
Fue una postura política que se extendió a toda América Latina y se nutrió de actitudes anticlericales y anti norteamericanas especialmente en el caso México y Cuba, y promovió el socialismo en Argentina. El pensamiento reformista bosquejó una identidad específica para Latinoamérica para hacer la transición de una sociedad tradicional a una sociedad moderna. Era una época de novedades como los trenes, los tranvías eléctricos, los inmigrantes y recientes organizaciones obreras con nueva identidad que atravesaba ideologías y fuerzas políticas.
Se cuestionó la pertinencia de una educación superior pública como un bien público, existía un contexto internacional de grandes ganancias para las universidades insertadas en un mundo desarrollado, que comercializaban servicios de educación superior a gran escala y con un concepto de bien público global, debían convertir la enseñanza superior en un bien privado, altamente lucrativo casi una mercancía con una comercialización exigida en ese momento.
La filosofía pública que prevalecía, 1918, era que todo lo privado era más eficiente y de mayor calidad que lo público. La idea era que el único modelo exitoso deseable era la universidad privada orientada hacia la producción de bienes intercambiables en el mercado, con una concentración exclusiva en la investigación y centrada en postgrados.
Cien años después de toda está revuelta Universitaria se promovió una nueva revisión de lo establecido, hubo necesidad de restablecer una identidad propia de la Universidad de Latinoamérica, y examinar la Educación superior pública, su autonomía, su libertad de cátedra y el compromiso social de las universidades. En especial su papel transformador del entorno social, político y económico. Como enfrentó los principales desafíos de la región: la protección del conocimiento para promover su difusión, la ciencia, la tecnología y la vinculación de la propiedad intelectual. También trató de evitar la fuga de cerebros que tenía dimensiones gigantescas especialmente en Latinoamérica en el marco de la mundialización.
En 1918 había una rebeldía contra la dominación de las universidades de las elites locales y especialmente contra la Compañía de Jesús, y había que hacer la transición para construir facultades de ciencias, química, geología, paleontología, antropología y modernizar el régimen político no solamente de la universidad sino también de los propios sistemas de manejo de los países.
Además exigían las cátedras libres, asistencia libre a las clases y referendos para reformar estatutos universitarios con participación de profesores y estudiantes. Fue una ilusión revolucionaria de una educación superior con calidad, con permanente evaluación hasta lograr su acreditación.
Necesaria la cooperación internacional para actualizar la educación superior pública y privada, como el instrumento esencial de una sociedad para enfrentar los desafíos de un mundo moderno y formar ciudadanos capaces de construir una sociedad más justa y más abierta.
*Exministro. *Exgobernador