HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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“Metámosle la mano al templo y al parque”

Es más que una frase de cajón o una con-signa de campaña de marketing, es una contraseña anclada en el corazón y en la mente de los habitantes de este sector. Meter la mano significa generar procesos que mejoren el templo y el parque que se encuentra ubicado al frente del mismo. Hablamos de la mano, porque este es uno de los miembros con mayor carga simbólica en el cuerpo, está llena expresiones que apuntan a la acción.

En hebreo, el término yad, usado con frecuencia para decir “mano”, también tiene un significado metafórico de poder, fortaleza y vigor. La mano hace referencia a las acciones, a las buenas obras y experiencias, pero antes de las acciones está el pensamiento. Antes de hacer, pensamos, reflexionamos sobre los actos en los cuales vamos a comprometer las manos.

En este caso, las ideas son el inicio de los procesos humanos que son ejecutados por buenas obras. Ahí juega un papel fundamental un pensamiento carga-do de esperanza, sin pesimismos ni deseos soberbios de acabar con el otro, con el que piensa distinto a nosotros. Por tanto, las obras empiezan en la mente, en la capacidad de razonar en función del bien común. En ese sentido, cuando las obras no son bien pensadas, ni brotan de una planeación estratégica orientada al bien social, salen improvisaciones que luego se revierten negativamente en la historia de las comunidades.

En consecuencia, es importante imple-mentar procesos llenos de poder, fortaleza y vigor para rescatar el suroccidente de la ciudad, a partir del templo y del parque La Candelaria. Pues, nos damos cuenta que los barrios en los cuales hay buenos templos y buenos parques, están destinados al progreso integral. Donde hay un buen templo y un parque, hay familias cargadas de va-lores, negocios lícitos, canchas deportivas atractivas. Ahí vemos la importancia de los espacios comunitarios, como el templo y el parque, en el avance y la transformación de los barrios. CONSTRUCCIÓN COLECTIVA Por ello, “Meterle la mano al templo y al parque”, es un proceso de construcción colectiva que brotó de un consenso en el cual participaron los habitantes del sector.

No fue algo que se le ocurrió al párroco o al obispo mientras estaban sentados en una silla del templo, tampoco es una idea que proviene de un mamotreto de papeles sacados del despacho parroquial. Fueron los residentes del sector quienes determinaron la necesidad de “meterle la mano” a estos espacios comunitarios, para mejorar la calidad de vida de las familias que usualmente van al templo a vivir un encuentro con Dios, y al parque a recrearse. Pensemos primero en el templo. Precisa-mente, el pueblo de Israel reconoce en el templo de Jerusalén, el centro de la vida de los judíos. En el año 70, las legiones roma- “Metámosle la mano al templo y al parque” nas mandadas por Tito destruyen Jerusalén y su templo; es el fin de la nación judía y el comienzo de la diáspora hebrea. Pues cuando les destruyen el templo, la morada de Dios, les acaban la esperanza, el derrotero para seguir construyendo la historia. ¿Qué pasa si nuestros barrios tienen templos sucios, llenos de salitre y desorden? Falta un camino cierto para ir al cielo.

Según esto, el templo, es expresión preparatoria para el cielo, que es el gran Templo, donde nos espera Cristo. Entonces prefigura la morada definitiva que se encarna en la experiencia de Jesús redentor. Por ello, «el verbo se hizo carne, y puso su morada entre nosotros» (San Juan 1, 14), puso su cuerpo, su templo en la tierra y nos hace templo a nosotros a través del bautismo. EN LOS TEMPLOS ESPIRITUALES Es clave reconocer que Jesús quiere habitar no sólo en los templos materiales, sino también en los templos espirituales, en cada corazón de los lectores de este medio de comunicación social. Quiere habitar en nuestros barrios, y a su vez desea que noso-tros habitemos en Él. Por otra parte, el templo es el espacio de encuentro con la divinidad. A partir de di-cho encuentro, los creyentes reciben fuerza para salir adelante en momentos difíciles. Ahí el creyente es fortalecido a partir de la oración y los sacramentos. Así el creyente del suroccidente de Santa Marta, está lla-mado a encontrar solución a sus dificulta-des, a partir de la amistad con Dios, para ello debe darle importancia al templo, ya que éste visibiliza la fe. El templo es la materialización de la expe-riencia del creyente, de su amistad con Dios y hermandad con los semejantes que hacen proceso con nosotros. Sin templo no hay vigor para salir adelan-te, porque el templo es la materialización y acontecimiento visible de la fe. Esto empie-za en el bautismo, gran sacramento donde pasamos a ser Iglesia, miembro de Cristo, el esposo de la Iglesia. Como Cuerpo de Cristo, somos creyentes que vivimos la fe en el encuentro con el hermano.

¿Ignoran que su cuerpo es templo del Espíritu San-to, el cual está en ustedes, el cual tienen de Dios, y que no son ustedes? (1 Corintios 6, 19). A su vez, cuando se piensa en mejorar el Parque La Candelaria, lo fundamental es mejorar la calidad de vida de la gente, pro-piciando “la cultura del encuentro”, según nos enseña el Papa Francisco. Entonces entendamos que, la existencia de cada uno de nosotros está ligada a la de los demás, porque somos seres sociales por naturaleza: la vida no es tiempo que pasa, sino tiempo de encuentro, realmente en-cuentro para crecer con el otro, y a su vez para que el otro crezca con nosotros. De esta forma, las instalaciones comuni-tarias mejoran la vida de los residentes en numerosas maneras. Los parques propor-cionan espacios verdes y lugar para mover-se en los barrios abarrotados de las grandes ciudades. Este espacio abre puertas al co-nocimiento y a la reflexión, a la cultura y a la sana diversión, a la amistad y a la espiri-tualidad. La idea es que en los barrios donde hay des-esperanza, a partir del trabajo en el templo y en parque, brote la esperanza que le pro-picie sentido a la vida comunitaria. Sin el templo y el parque, el suroccidente de Santa Marta puede ser opaco y difícil, sin un camino para recorrer hacia el progreso integral. Dicho progreso incluye el fortale-cimiento de los valores, la fe, la resiliencia, las finanzas en la comunidad. Ellos mismos opinan que el parque ha reactivado la eco-nomía del sector. *Director de Comnunicaciones de la Diócesis

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