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Ya comienza el Festival, vinieron a invitarme, ya se van los provincianos que estudian conmigo. Ayer tarde que volvieron preferí negarme pa’ no tener que contarle a nadie mis motivos. Yo que me muero por ir y es mi deber es quedarme. Me quedo en la capital por cosas del destino…
Durante cinco días Valledupar estará por cuenta del folclor vallenato en estado de “Ay hombe”, donde el mayor compromiso es olvidar las penas y vestirse de completa alegría. En ese estado es posible escuchar las notas de los acordeones y pasearse libremente por los paseos, merengues, sones y puyas.
Enseguida y sin pestañear, comenzar a darle rienda suelta a las añoranzas, cantar victoria en el amplio mundo historial donde no hay fronteras porque el camino está lleno de trinitarias y de esperanzas cantadas.
La cita es especial porque será la versión 55 del Festival de la Leyenda Vallenata, en homenaje a Jorge Oñate, ‘La Leyenda’, donde se escogerán al Rey de Reyes en las categorías de Acordeón Profesional, Canción Vallenata Inédita y Piqueria Mayor. A nuevos ganadores de los concursos de Acordeonera Mayor, Acordeón Aficionado, Acordeón Juvenil, Acordeón Infantil, Acordeonera Menor, Piqueria Infantil y Piloneras.
Sin duda serán los instantes precisos para evocar al epicentro del llamado “Embeleco”, la plaza Alfonso López Pumarejo, donde se dio la partida a la fiesta vallenata que cada año avanza a nota firme del acordeón, a buen golpe de caja, al charrasquear de la guacharaca, de benditos versos y de una voz que cuenta historias del ayer.
La profecía de Consuelo Araujonoguera escrita en El Espectador el viernes 8 de marzo de 1968, exactamente 50 días antes de iniciarse el Primer Festival de la Leyenda Vallenata, donde se coronó como Rey Vallenato Gilberto Alejandro Durán Díaz, se sigue cumpliendo al pie de la letra. “El vallenato con el tiempo se impondrá en el mundo”.
De esa forma Consuelo Araujonoguera, Alfonso López Michelsen, Rafael Escalona Martínez y un grupo de amigos, se aventuraron a reunir el viernes 26 de abril de 1968 a distintos acordeoneros regados por toda la provincia para ponerlos de acuerdo y motivarlos a que siguieran ejecutando sus mejores notas.
La misma Consuelo Araujonoguera lo dejó plasmado en uno de sus célebres escritos. “Para sacar adelante el Festival de la Leyenda Vallenata, han sido indispensables noches de insomnio y días sin descanso, pero hoy podemos decir que pese a que la tarea no está concluida, hemos logrado rescatar parte importantísima de nuestro pasado histórico y echar las bases de lo que ahora es sin discusión, la mejor imagen de Valledupar, tierra de encanto, y de lo que los vallenatos somos y representamos ante Colombia y el mundo”.
Algunos años después de estarse sacando adelante este evento, el nunca olvidado locutor Carlos Melo Salazar, quien fue el primero en trasmitir para Colombia y el mundo el Festival de la Leyenda Vallenata a través de la Radiodifusora Nacional, manifestó.
“Esa fue una obra de titanes. Comenzó con pocos concursantes y ahora son muchos que hasta se pierde la cuenta. Quedaron para la historia las grabaciones de los primeros festivales que ahora son unas joyas sonoras. Me da nostalgia recordar esos tiempos idos donde el amor por el folclor salía del campo y se metía en el corazón de todos. Este es el folclor que tiene las más hondas raíces en Colombia”.
En medio de las añoranzas plasmadas hasta en el alma, apareció el compositor Rafael Manjarréz Mendoza y puso su sello con ‘Ausencia sentimental’. Es el himno del guayabo, ese que no produce el trago, el mismo que hace posible volver a repasar los episodios del Festival de la Leyenda Vallenata, andar por los caminos recorridos por el compositor teniendo en cuenta la gran verdad. “Hay cosas que hasta que no se viven no se saben”.
Es que ‘Ausencia sentimental’ se escribió en el pentagrama del alma, logrando correr como ríos de amor por los recovecos del corazón de ese edénico lugar llamado Valledupar. Ya comienza el festival: “Ay hombe”…
Si, ‘Ay hombre’ es una expresión que tiene la marca del vallenato tradicional, donde el recorrido por el pensamiento provoca cantar y seguir de cerca las notas de un acordeón bien tocado…
A la par con los recuerdos aparece Valledupar, donde se le supo dar la mayor importancia al acervo cultural y musical para que no desapareciera en las nebulosas del tiempo, sino que se recreara con la magia de unos hombres que tocaban y cantaban a todo lo que giraba a su alrededor. Hoy, esas melodías y vivencias son la mayor riqueza de este querido folclor que corre a la par del río Guatapurí crecido.
Al cierre y antes de que se agotaran las letras se escuchó el canto en aire de son interpretado por Jorge Oñate y Álvaro López, en la plaza Alfonso López, a finales de abril del año 1992.
“Pueblo vallenato tierra de Francisco El hombre, te canta Jorge Oñate en este festival bonito. La primera vez participé con Migue López y ahora de nuevo lo hago con su hijo Alvarito. Aquí está ‘El Jilguero’, Álvaro y su acordeón con un soncito nuevo para alegrar el folclor. Con mucho cariño venimos de La Paz, Valledupar querido a tu festival”.
/Colprensa