Noticias de Santa Marta, el Magdalena, y el mundo!
“No es el Carnaval de otros tiempos, pero sí mucho mejor que el año pasado”’, es una frase que se repite entre los nariñenses que por estos días viven su Carnaval de Negros y Blancos.
A diferencia de 2021, este año el carnaval se realizó de manera presencial pero bajo los estrictos protocolos de bioseguridad, lo que hizo que muchos de sus tradicionales eventos tuvieran importantes cambios, que muchos esperan sean temporales.
Ahora, el Carnaval no pasa por las calles de Pasto, son los ciudadanos quienes han tenido que ir en búsqueda de él, como es ‘El canto a la tierra’.
Para evitar las aglomeraciones, el recorrido de más de 18 comparsas por las calles de la ciudad, cerca de 7.5 kilómetros, se trasladó al estadio de fútbol La Libertad.
A través de la aplicación de dispositivo móvil la gente adquirió sus entradas sin costo alguno, para una de las dos funciones: ocho de la mañana y tres de la tarde.
Ni el Deportivo Pasto había logrado que la boletería se agotada en tan corto tiempo, para ver las comparsas junto al ‘Carnavalito’, protagonizado por los niños y que es el semillero de esta manifestación cultural.
El estadio se veía increíble, completamente lleno, pero no es lo mismo ver a estos artistas, cantando, bailando y con sus trajes multicolores, donde las máscaras predominan, que cruzar por las calles de la ciudad a pocos centímetros de la gente, no do de se genera una energía propia, pero una atmósfera única e indescriptible, pero también entienden que la pandemia no se ha ido y se deben tomar las precauciones.
No sería el largo y agotador recorrido tradicional, debían realizar dos vueltas a la cancha del estadio, una en la mañana y otra en la tarde, en pocos pero intensos minutos con lo mejor de su repertorio frente a un estadio lleno de alegría y que vibraba a su paso.
Algunas, tras su actuación, podían acceder a las graderías, mientras que varias se retiraban o acompañaban a laos compañeros que esperaban su turno a las afueras del estadio.
Al estar cerca de ellos, no dejaban de comentar la emoción que vivían al volver al carnaval tras dos años, pero con la nostalgia a flor de piel de lo que se vivía antes de la llegada al mundo del Covid-19.
Aunque no se pueden prohibir por ser patrimonio, no se estimulan los juegos. La gente no saldrá a llenar de tizne el rostro del vecino, a lanzar agua a quien desprevenido pasa por la calle o los juegos con espuma, lo que hace parte de esta fiesta declarada Patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.
/Colprensa