HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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Un Nacimiento

Me pidieron de la revista española ORAR una imagen que simbolizara la Navidad en Colombia. Un nacimiento. Recordé la bella fotografía de un bebé recién nacido sobre un «nidito», que me envió una amiga. La acompañé con el siguiente texto:

«Este bebé es Maximiliano, sobrino de una joven exguerrillera que perteneció a las Farc. Su sobrino no sólo le ha despertado la ternura maternal que le fue arrebatada de niña, sino que le ha permitido abrazar el nacimiento que se ha producido en su pesebre interior».

Es inevitable preguntarse frente a un panorama, a veces tan sombrío, si es posible el retorno sicológico y espiritual de quien ingresó a las filas de un grupo armado siendo niña, huyendo de la cruda e insegura realidad de su hogar. Ellos, los guerrilleros, la acabaron de criar. Fueron sus «padres sustitutos». Le hicieron creer que por un plato de comida y «seguridad», le podían arrebatar su niñez, su femineidad, su sexualidad, su identidad, su  dulzura. Vaciarla del mundo conocido  y entrenarla para la guerra. Arrebatarle su dignidad.

Resuena una y otra vez la pregunta: ¿Es posible el retorno? Reconocidos expertos en comportamiento aseguran que no es posible. Yo creo que sí es posible. Lo he presenciado. En los profundos abismos del alma permanece la semilla de la dignidad del ser humano, esperando a ser despertada. ¿Qué la despierta? El Amor.

¿Qué impide el despertar de esa semilla? Los seres humanos tenemos una capacidad infinita de auto sabotaje. Nos han educado en la desconfianza y falta de Misericordia con nosotros mismos. Recuerdo una conversación con un grupo de sacerdotes confesores de comunidades conventuales sobre las diferencias entre la confesión de los hombres y la de las mujeres. Después de una larga charla concluyeron «los hombres se confiesan, se reconcilian y después lo olvidan. En contraste, las mujeres se confiesan una y otra vez de los mismos pecados». Entonces pregunté: «¿no confían en la Misericordia de Dios? ¿En ser perdonadas?»

Y me respondieron: «Claro que creen en el perdón de Dios, pero son incapaces de perdonarse a si mismas».

La «educación religiosa» en la culpa magnificada, se ha convertido en un impedimento serio para la salud mental y para la relación armoniosa y transparente con nosotros mismos. Y no se trata de minimizar la sucesión de equivocaciones, tan connaturales a la condición humana, sino de poder apreciar que la puerta de salida está siempre abierta y que es cada individuo el que puede quitar el cerrojo.

El exceso de maldad que apreciamos en algunos seres humanos a menudo esconde personas que se han negado a si mismas cualquier posibilidad de retorno. Han descendido tanto en el camino del mal que consideran imposible el darse la oportunidad de volver a empezar.

Más de 20 años escuchando el sufrimiento de otros, me han enseñado que Colombia es un país enfermo por causa de la orfandad. Un país que, además de bondadosos y luchadores, tiene «criminales» y “bandidos” esperando ser abrazados por un padre o una madre que no estuvieron presentes. De seres humanos queriendo presenciar un nuevo nacimiento en su pesebre interior, hecho de miseria y dolor.

Tal vez necesitemos tener un bebé recién nacido en brazos para despertar al Amor de nuestra dignidad dormida.

¡Feliz Navidad! para mis Amigos y lectores.

*Periodista*Defensora de DD.HH. 

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