Noticias de Santa Marta, el Magdalena, y el mundo!
Pese a la advertida crisis en el reconocimiento a los colombianos de muchos de los valores y derechos reconocidos por el constituyente en nuestra Carta Política, el de la fijación del salario mensual en condiciones dignas y justas, sigue siendo, especialmente a final de cada año, motivo de justificadas expectativas para la clase trabajadora.
No cabe duda que la fijación del salario mínimo, representa para los asalariados del país, la oportunidad no sólo de garantizarles una vida decorosa con sus ingresos económicos, sino igualmente la posibilidad de brindarle a su familia, la real satisfacción de las necesidades primarias. Este doble sentido del salario, debe complacer entonces condiciones decentes de vida de los trabajadores y de su núcleo familiar, y además, debe cubrir el verdadero valor de su trabajo, especialmente llenar todas sus carencias, para que el producto de su esfuerzo, contribuya de la mejor manera al desarrollo de la sociedad en que vive.
Pero dentro de los aspectos cualitativos y cuantitativos que lo caracterizan, tenemos que indefectiblemente afirmar, que el salario debe esencialmente reparar las anteriores necesidades, lo que se denomina salario vital, pero también debe ajustarse dignamente en la medida que las exigencias de los pasos inflacionarios lo absorben -concepto del salario móvil- para que pueda resistir los embates de la carestía de la vida. Infortunadamente, la movilidad del salario resulta siempre insuficiente en nuestro medio para llenar este concepto. El salario mínimo establecido para el presente año fue de $908.526, oo, pero la inflación, según datos oficiales en los que muchos no confían, se calcula en un 4.58%, posible reajuste salarial para el 2022, que no alcanza para el pago familiar de costosos servicios públicos, educación, salud, alimentos, vestido, recreación y demás elementos de la canasta familiar.
Factores diversos, pero preocupantes, con tintes políticos, económicos y sociales, entre los que se encuentran el precio del petróleo, la inflación, la corrupción administrativa también sin recato, conspiran en Colombia contra el valor del salario y su poder adquisitivo. Siendo el de los colombianos de los más bajos de la región, el salario mínimo mensual no cubre las necesidades básicas de los trabajadores, empobrece diariamente la canasta familiar y debilita la calidad de vida de quienes son los productores de la riqueza. La inequidad salarial entonces, se constituye en arma genitora de la pobreza, el oscurantismo y la violencia.
Para bien de nuestra economía, los trabajadores colombianos necesitan que el gobierno nacional fije para los trabajadores colombianos un salario que satisfaga e impulse el orden social justo y sirva efectivamente para atender sus necesidades vitales. Sólo así empezaremos a disminuir la discriminación y la alarmante depauperización social.
*Abogado y profesor universitario.