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Escuchar lo que realmente está pasando en el país, es el pedido que el presidente de la Comisión de la Verdad, Francisco de Roux, le hace al Gobierno para salir de la crítica situación que afronta Colombia desde el pasado 28 de abril.
51 fallecidos, de los cuales 21 están relacionados directamente con las protestas, 84 personas que aún no han sido localizadas, más de mil civiles y policías heridos, casos de abuso sexual y abuso de la fuerza, son apenas una pequeña radiografía de lo que se ha vivido en Colombia en el marco del paro nacional.
“Lo más doloroso es ese quiebre con la vida humana que demuestra en todos nosotros, una ruptura del ser humano, una falta de comprensión de lo que significa la dignidad humana cuando a la gente la empiezan a matar y no reaccionamos, no tiene ningún sentido”, dice de Roux.
Y en la misma línea habla sobre la situación de violencia provocada por el paro nacional y la desilusión que hay en muchos territorios porque la paz que esperaban no se ha concretado.
La Comisión de la Verdad fue creada para conocer las causas del conflicto en Colombia, mirando hacia el pasado, pero esas causas parecen ahora más presentes que nunca. ¿Qué tanto ha cambiado la mirada de la Comisión de centrarse en el pasado, a tener que centrarse en el presente?
Efectivamente la Comisión de la Verdad tiene la responsabilidad de esclarecer lo que nos aconteció en el conflicto, que aparentemente terminaba a comienzos de diciembre del año 2016 con la firma del acuerdo definitivo que se hizo en el teatro Colón.
Pero en el mismo mandato, tenemos la responsabilidad de presentar propuestas para la no repetición del conflicto y hemos sentido que, de diversas formas, distinto a como fue antes, el conflicto continúa y entonces sentimos la responsabilidad de al dar unas recomendaciones tener en cuenta lo que está pasando.
Por otra parte, hemos encontrado que lo que está sucediendo en este momento nos ayuda a comprender la historia que estamos estudiando, porque al mirar lo que pasa ahora, uno se encuentra con que puede entender mejor hacia donde iban las cosas, que era lo que se estaba madurando.
Es decir, lo que estamos viviendo en el presente nos ayuda a entender el pasado y el pasado nos enseña a cómo debemos tratar las situaciones presentes.
Ustedes se reúnen permanentemente con comunidades en todo el país. ¿Qué preocupaciones les expresan ellas sobre la paz? ¿Hay un temor de que lo logrado con el acuerdo de paz con las FARC ya se haya perdido?
Yo diría que hay una especie de desilusión en el sentido de que la gente sí esperaba mucho, la gente si esperaba que nos íbamos a ir a la paz grande, que el acuerdo con las Farc no era un acuerdo solo con ellos, era la paz con todo el país.
Era la paz que iba a transformar el campo, donde se iba a terminar finalmente el narcotráfico, donde los elementos de la Constitución para fortalecer la democracia de base y la participación ciudadana se iban a desarrollar con mucho entusiasmo, donde el empleo para los jóvenes se iba francamente a ampliar, dónde iba a haber una transformación política. Pero la gente se encontró con una paz pequeña, una paz que no correspondía con lo que el país necesitaba.
Sin embargo, aunque ha habido esa desilusión yo creo que la gente sabe que la paz no se va a echar para atrás, yo estoy convencido que luego de lo que vivimos en el año 2017, donde Colombia sintió lo que significaba un país en paz, donde vieron bajar a los guerrilleros acompañados con los Policías desde las montañas de 350 lugares distintos, todo eso causó un impacto muy grande y una vez que un país experimenta lo que es la paz, ya no lo suelta.
Es por eso que Colombia no ha aceptado lo que hace la `Segunda Marquetalia´, ni mucho menos lo que realiza Iván Márquez, el Paisa o Santrich, ni queremos lo que hacen las `Disidencias´, ni que el ELN siga en la guerra o que el estado haga lo mismo,
Colombia está en otra cosa y es por eso que hemos insistido que este paro no se puede tratar como un asunto de guerra porque Colombia ya no está en esa guerra y por eso quisiéramos un Ejército para la paz y una Policía para la paz.
A lo largo de su trabajo, ustedes han dicho que la estigmatización de la movilización social provoca nuevas indignaciones, sobre todo de aquellos que sufren de manera directa los hechos. ¿Cómo analiza usted esta situación en este momento que atraviesa el país?
Una de las cosas que precipita las muertes que se han presentado es la estigmatización, que a mi juicio nace de la comprensión de que este país sigue siendo igual que sigue en guerra y entonces hay que enfrentarlo de parte del estado de una manera militar. Lo que exacerba a los del otro lado, por las cosas que sabemos, si usted quiere pelea peleamos y más en los jóvenes cuando sienten que les han matado a un compañero.
Pero esto siempre ha sido así en lo que hemos estado leyendo de la historia, cuando se empezó a estigmatizar a la Unión Patriótica como un grupo de guerrilleros, cuando se estigmatizó que había enemigos internos dentro del país, todo eso inmediatamente templa los escenarios y hace muy difícil que las cosas se resuelvan de otra manera.
Esto también se refleja por ejemplo al haber establecido que el paro es una acción subversiva y que lo predominante eran las guerrillas que estaban debajo. Pero esto no es cierto, es un paro de 600 municipios, una especie de explosión colectiva, claro a nosotros no se nos escapa que está la Segunda Marquetalia y que están las Disidencias y el ELN y que ellos están metidos en pequeñas formas, pero eso es otra cosa totalmente distinta.
Es alarmante el número de muertes que se han presentado durante las protestas en el país. ¿Cree que la polarización que se ha incrementado en el discurso político en los últimos años tiene alguna relación con esos hechos?
Si por supuesto, esa es una cosa supremamente dolorosa, es muy difícil decir que hay causa y efecto, que entonces porque sacaron esta noticia polarizada mataron a esta persona.
Pero sí es un clima muy enfermo, muy de una sociedad traumatizada, donde los señalamientos y las polarizaciones dañan y a mí me preocupa mucho y ya lo hemos dicho que eso se utilice de lado y lado para acrecentar la polarización en un escenario de elecciones.
Entonces en un momento en que se necesita tanta racionalidad que la gente piense con serenidad en manos de quién poner este país, esa polarización lo que suscita es el miedo, suscita las pasiones de venganza y de odio y ninguna de esas cosas contribuyen a la serenidad en el juicio que tienen que tener las personas para votar, si no que se vota con pasiones o con sustos y eso nos confunde profundamente.
Hago la invitación a que como colombianos nos serenemos que no nos dejemos manipular y no manipulemos a nadie, es la responsabilidad ciudadana la que tiene que primar y si creo que las polarizaciones en Colombia dolorosamente llevan a la muerte.
Algunas organizaciones han advertido sobre el surgimiento de un cierto paramilitarismo urbano por la intervención de civiles armados en las marchas. ¿Cree que hay alguna relación entre ese fenómeno y el paramilitarismo de los noventa y el dos mil, que ustedes han estudiado a fondo?
Si lo hay porque el paramilitarismo es una cosa muy compleja no es simplemente que haya unos civiles que estén trabajando con las Fuerzas Armadas o con la Policía.
Paramilitarismo es una especie muy compleja de realidad que ha penetrado en muchos sectores de la sociedad y que tiene que ver mucho con que como no hay justicia, y como el estado no responde y como nadie va a defender mis derechos, entonces se crean acciones y alianzas que son alianzas de tipo militar, policial, político y de defensa de la propiedad, e inevitablemente en Colombia, están muy mezcladas también con el narcotráfico y con la mafia, que tiene mucha plata y está muy bien armada para pagar armas.
En pocos meses, la Comisión de la Verdad tiene que producir su informe sobre el conflicto en el país. ¿Qué reflexión aspiran que les deje a los colombianos el informe?
Nosotros tenemos un desafío muy grande y es cómo ofrecerle al país con rigor, con seriedad y respeto, una comprensión de la verdad de lo que nos ha pasado.
Esto no con el propósito de incentivar la estigmatización, los señalamientos ni los apetitos de venganza, sino para que nos comprendamos. ¿Qué fue lo que nos pasó? ¿Por qué nos vimos enredados en esa tragedia humana?
Lo segundo es que si logramos que eso pase en el país y que todos comprendamos, buscamos invitar a la reconciliación, invitar a que rompamos la fractura tan profunda que hay en el país que es mucho más que una polarización política, invitar a que comprendamos que tenemos que aceptar responsabilidades y si no somos capaces de pedir perdón por lo menos decir con toda franqueza que esto no va a volver a pasar en cuanto de mí dependa y llamar a la reconciliación.
Esto entendido como la posibilidad construir juntos, que nadie se tenga que ir de este país porque tiene miedo a que lo maten o lo secuestren, que hay futuro para todos los jóvenes que podemos pensar distinto y no pase nada, usted puede ser uribista o santista o petrista o comunista pero acá a nadie lo van a matar por sus ideas políticas, que protejamos este medio ambiente, que no volvamos a sembrar coca y que nos respetaremos todos por igual.
¿Han tenido el suficiente apoyo de las entidades del Estado, para buscar en sus archivos y recibir sus testimonios para llegar a un mayor conocimiento de lo que pasó en el conflicto en Colombia?
Las cosas se demoraron, patinamos y patinamos porque tengo que decir que el mandato y también el poder que se le dio a la Comisión a algunos funcionarios y cabezas de las instituciones públicas los asustó.
Se encontraron con un decreto que decía: La Comisión tiene el derecho y el deber con respecto a las víctimas de entrar a toda la información reservada que hay en el país y el funcionario público que se atraviese y que no permita que esto se haga, es susceptible de ser sancionado.
Cuando empezamos a conseguir las cosas ya había pasado un año y perdimos un tiempo precioso, pero hoy en día las cosas son más abiertas y tengo que decirlo con toda franqueza, hay fallas, hay cosas que todavía esperamos.
En general las cosas que hemos querido tener las tenemos y las que no conseguimos le contaremos al país con toda tranquilidad.
¿Qué avances hay en la diligencia de contribución de Salvatore Mancuso y Rodrigo Londoño? ¿Ya hay fecha al respecto?
Estamos avanzando, yo espero que pueda ser en este mismo mes de Junio, el no haberlo dicho antes es que nos encontramos una vez las cosas entraron en camino, que había que madurar más, teníamos que oír a las víctimas para saber qué expectativas tenían frente a este tema, y había que conversar con ellos.
Esto ha demorado las cosas, pero yo espero que en máximo tres semanas esto tenga lugar
En diferentes escenarios, usted ha vivido de cerca momentos muy difíciles del país, ¿qué cree que nos va a poder sacar del que vivimos actualmente?
Primero que realmente los dirigentes del país se salgan de la nube y que escuchen lo que realmente está pasando en Colombia, que lo escuchen del piso, luego que tengamos mucha confianza en todos los colombianos, que no le tengamos miedo a los indígenas, ni a los negros, ni a los muchachos de los sectores populares, ni a los habitantes de Colombia.
El 60% de los colombianos trabaja en la informalidad, que nos pongamos en una actitud de escucha y luego que tengamos mucha esperanza en Colombia, este país tiene mucha fuerza y no tiene porque no incorporar a la totalidad de su población.
Porque la riqueza de Colombia no es el poco petróleo que nos queda, ni el oro con que hay romper todas esas montañas, ni el carbón. La riqueza de Colombia es la gente y toda la gente.
Bogotá (Colprensa)