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El príncipe Akeem regresa a Queens
Cuando Eddie Murphy llegó al proyecto de ‘Un príncipe en Nueva York’, ya era una estrella del cine en los años ochenta y debía ser cuidadoso en cada una de las propuestas que aceptaba, teniendo en cuenta el arrollador éxito que venía teniendo con películas de comedia de acción como ‘48 horas’, ‘Un policía suelto en Hollywood’ y ‘De mendigo a millonario’.
Pero el papel de ‘Un príncipe en Nueva York’, Akeem Joffer, el príncipe heredero de la ficticia nación africana de Zamunda, que llega a los Estados Unidos con la esperanza de encontrar una mujer con la que pueda casarse, fue creado y escrito pensado para Murphy. De hecho, existió un lío legal porque el propio actor reclamó la autoría del personaje y la idea original de la historia.
Una buena crítica y un éxito taquillero desde que en el verano de 1988 se estrenara en Estados Unidos, vaticinaba que sus productores pondrían en marcha una segunda parte de la historia en los siguientes años. Sin embargo, la idea tomó otro rumbo, porque a finales de 1989 se arrancó el proyecto de una serie, en la cual se trabajó durante un par de años, hasta que el proyecto sencillamente se olvidó.
Pasaron 32 años para que nuevamente Murphy le diera vida a este personaje en una segunda parte, bajo la dirección de Craig Brewer, con una historia de Barry W. Blaustein, David Sheffield y Justin Kanew, basada en personajes creados por el propio Eddie Murphy.
Situada en el exuberante país ficticio de Zamunda, el recién coronado Rey Akeem (Eddie Murphy) y su fiel confidente, Semmi (Arsenio Hall), se embarcan en una nueva y divertida aventura que los hace recorrer el mundo desde su gran país africano hasta el barrio de Queens, New York, en donde todo comenzó.