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Por Juan Rincón Vanegas
A Jorge Oñate lo atrapa la nostalgia, y no es para menos, porque estaba ilusionado con su homenaje en el 53° Festival de la Leyenda Vallenata a finales del mes de abril, pero ante las circunstancias conocidas esperará el momento que Dios decida para estar en primera fila recibiendo las exaltaciones por sus luchas folclóricas a favor de ese vallenato que desde muy joven se alojó en su corazón.
Tenía muchos planes con el homenaje, y ya recuperado de algunas molestias de salud, recalca que Dios es nuestro amparo y fortaleza.
“El tiempo de Dios es perfecto y todo tiene que estar en sus manos. La espera será para recibir la bendición más grande. Esto se lo hago saber a los directivos y miembros de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, a mis familiares, seguidores y amantes del querido folclor vallenato”.
Entre las actividades programadas de su parte estaba grabar varias canciones y abrir las puertas de la Casa-Museo Jorge Oñate, ‘La Leyenda’, en su tierra La Paz, Cesar, donde se expondría toda su amplia historia artística.
Al respecto anotó. “El proyecto de la Casa-Museo se hará con el favor de Dios a su debido momento Allá estará expuesta toda mi historia que suma más de 55 años. Es un trabajo de recopilación del material escrito, fotográfico, fílmico y de diversos trofeos y reconocimientos, que ha estado a cargo de mi señora Nancy Zuleta”.
Cuando se haga la apertura de la Casa-Museo, esta se convertirá en un importante referente de la música vallenata, visto desde la figura de Jorge Oñate, quien cuenta que estará ubicado donde siempre vivió su señora madre Delfina Oñate.
El artista sueña con este proyecto que perpetuará su nombre y sus hazañas musicales donde figuran una cantidad considerable de acordeoneros, entre ellos tres Rey de Reyes: Nicolás Elías ‘Colacho’ Mendoza Daza, Gonzalo Arturo ‘El Cocha’ Molina Mejía y Álvaro de Jesús López Carrillo.
“Me falta el Rey de Reyes Hugo Carlos Granados, con quien he hecho algunas presentaciones, pero lo invitaré a una de mis grabaciones para con el favor de Dios lograr ese alto honor”, comenta Jorge Oñate.
Las meditaciones de Jorge Oñate, ‘La Leyenda’, giran alrededor de pedirle a Dios que todo tenga la salida más favorable, y naturalmente a favor de su pueblo La Paz, que está en las cosas que más quiere.
También citó apartes de la canción ‘El corazón del pueblo’, de la autoría de Poncho Cotes Jr.
“Tengo cariño y es el más profundo. Yo soy mi pueblo, yo soy el amor. Yo tengo el alma y soy el corazón de aquel que puede querer a todo el mundo”.
“Me los saluda a todos, que en el nombre de Dios vamos a salir victoriosos, pero mientras tanto debemos cuidarnos”, terminó diciendo Jorge Oñate.
EMOCIONES POSITIVAS
En medio del torrente de recuerdos aparece aquel hombre que fue sacudido por la brisa de un amor juvenil y pudo con mucho arrojo darle vueltas en su mente para cantar que quería morirse como lo hacen los inviernos bajo el silencio de una noche veraniega. Esa misma noche sin lucero donde ocurre el milagro de resucitar para una luna parrandera. Y hasta prometió salir corriendo a robarle los minutos a las horas.
Ese es Rosendo Romero Ospino, ‘El Poeta de Villanueva’, el mismo que se ponía a escribir versos repletos de verano estando en primavera.
“Todas las cosas tienen su sentido, y en estos instantes hay que tener fe para superar el tiempo difícil y luego cantar victoria”, manifestó inicialmente el cantautor guajiro.
Sin parar el impulso reflexionó desde su casa donde ha estado unido a su familia. “Siempre he agradecido todos los aplausos que he recibido y los que probablemente si Dios me lo permite recibiré, pero lo único que quiero es que mis canciones produzcan emociones positivas. En realidad, he sentido en la brisa vallenata la ausencia de las notas del acordeón, de esa alegría inconmensurable que representa el Festival Vallenato como alimento espiritual no solo para nuestra región, sino para el país y el mundo”.
El maestro Rosendo Romero a través de sus serenos conceptos indicaba el rumbo de la vida y ponía a hablar su corazón. ”Dios es quien tiene la última palabra, que se haga su santa voluntad. Quiero revertir la nostalgia de nuestra fiesta hermosa, de fraterna integración, a las más sanas y enormes aspiraciones teniendo la fe que en el futuro podamos realizar un Festival Vallenato histórico y terapéutico para la gente, tanto en lo físico como en lo emocional, después de este largo encierro”.
El poeta, el hombre que ha paseado su mente por los más bellos recovecos del alma está acongojado. No entendía esa salida del destino que llegó sin pedir permiso e hizo a todos esconderse detrás de la puerta.
Volvió a tomar la palabra para expresar. “Dios permita que prontamente el Festival Vallenato vuelva a encender sus luminarias para recrear la vida de este amplio entorno geográfico que se extiende por todo el universo”.
En sus palabras estaban plasmadas las añoranzas de aquel famoso barrio El Cafetal, de Villanueva, La Guajira, donde sintió desde muy niño el amor por el vallenato a través de su padre Escolástico Romero Rivera y los consejos buenos de su madre Ana Antonia Ospino Campo, ‘La Nuñe’.
BOGOTÁ, (Colprensa)