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El coronavirus volvió sus vidas aún más dura y la ciudad “aún más aterradora”: ante los peligros de la pandemia y en una capital italiana que ahora está en cámara lenta, las personas sin hogar están aún más desvalidos.
Instalados en bancos, a lo largo de la Vía Pretoriana, detrás de la estación de Termini, varios indigentes discuten y juegan a las cartas antes de una distribución de alimentos organizada por Protección Civil.
Algunos tienen una máscara en la cara, otros lamentan que no se les haya entregado una o que ya sea casi imposible encontrarlas en la ciudad. Especialmente confirman que sus condiciones de vida se endurecieron al mismo tiempo que las medidas tomadas para luchar contra el virus, que vaciaron las calles. “Es muy difícil porque normalmente puedo encontrar trabajo un día a la semana, pero todo está cerrado. He estado sin trabajo estas tres últimas semanas”, explicó Emilio, un indigente originario de Venezuela.
“Para la comida es un problema. Para tomar una ducha también. Todo es un problema porque aquí en Roma se puede encontrar comida y un lugar para bañarse, pero todo está cerrado en este momento”, agregó. En una ciudad cuyos habitantes no salen más que brevemente, para compras rápidas, la vida de los sin techo es en efecto complicada, confirma Lucia Lucchini, miembro de la Comunidad de San Egidio, una asociación católica que intenta ayudar a estas personas. “La ciudad está vacía y no tienen otra forma de obtener ayuda. Así que la situación ha empeorado”, dice. Los miércoles, viernes y sábados por la noche, la asociación organiza un comedor popular donde, además de una comida caliente, los voluntarios distribuyen a las personas sin hogar mascarillas fabricadas por sastres miembros de la comunidad y les dan consejos de prudencia frente a la enfermedad.
“La gente que viene aquí a comer tienen miedo y necesitan comprender mejor lo que pasa. Y mientras comen, usamos ese tiempo para explicarles las distancias que deben respetar y darles todas las indicaciones básicas para que se protejan”, explica Lucchini.
“Mencionemos también el hecho de que una ciudad tan vacía, para aquellos que no tienen dónde dormir y vivir, es aterradora, es aún más aterradora”, agregó. / ROMA AFP