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Coronavirus, malaria y la gripe porcina son algunas de las enfermedades sobre las que los laboratorios han sabido sacar provecho económico. Ingresos y acciones, lo que más se afecta.
El pasado tres de febrero el gigante farmacéutico británico GlaxoSmithKline (GSK), famoso por administrar el ungüento para la tos Vick Vaporub, recibió la noticia, de parte del Ministerio de Sanidad Británico, de una inversión de 26 millones de dólares (89.000 millones de pesos) para avanzar en las investigaciones que lidera, junto a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Instituto Pasteur, en encontrar una vacuna en contra del coronavirus (Covid-19). El tiempo apremia. Este miércoles se confirmó el primer caso de contagio en América Latina. Un paciente de 61 años fue diagnosticado en Sao Paulo, Brasil
Cada nuevo caso moviliza más recursos públicos y privados para la investigación y el desarrollo de formas de prevención. También se traduce en más dinero para las compañías. El ejemplo es el del laboratorio GSK, que con esa inversión británica vio como su acción creció 4 % en la Bolsa de Valores de Londres, al llegar a 1.815 libras esterlinas (unos 8 millones de pesos). De esta manera la farmacéutica consiguió su valor más atractivo desde el 24 de enero de 2020. ¿Cuál es su interés por buscar la vacuna para una enfermedad que genera incertidumbre en mercados y ha hecho que el Fondo Monetario Internacional reduzca la proyección de crecimiento económico mundial? Pues que, para esta y otras firmas, no deja de ser una oportunidad de hacer dinero.
GSK tiene dos grandes portafolios: productos para el cuidado de la salud y el negocio de la vacunas. En este último, según datos alojados en sus reportes financieros, produce y distribuye 1,9 millones de vacunas, al día, para atender 150 países. Eso es como si el laboratorio entregara, en 24 horas, una de estas al 78 % de los habitantes que tiene Medellín.
Y para hacerse a una idea de lo que representa ese mercado para la firma, una dosis de Bexsero, vacuna para prevenir la meningitis, tiene un precio de 106 euros para Europa (unos 394.000 pesos). Como el tratamiento aconseja cuatro dosis, su costo final roza los 424 euros (1,6 millones de pesos), esa inyección es importante si se tiene en cuenta que, según la OMS, solo en África, la meningitis puede afectar a 430 millones de personas. El reporte financiero de 2018 de GSK para España mostró que por ese tratamiento el laboratorio recibió 300 millones de euros (1,09 billones de pesos, con la tasa promedio de 2018).
De ahí que tampoco sea extraño que otros conglomerados busquen recursos, inversiones y deuda para crecer en ese portafolio. Jhonson & Jhonson también decidió meterse a encontrar una cura para el coronavirus. El 11 de febrero a través de un comunicado de prensa publicado en su página de internet, Paul Stoffels, director científico de la firma, dijo: “Estamos comprometidos en hacer lo posible para proteger la salud de las personas en los Estados Unidos y en el mundo”. Aunque el efecto de la noticia fue negativo.
El debate empresarial
Jaime Arias fue por siete años presidente de la Asociación Colombiana de Empresas de Medicina Integral (Acemi) y ahora es rector de la Universidad Central, a su juicio en la amenaza del coronavirus a la industria farmacéutica no se le puede ver como un grupo de empresas que se frota las manos pensando en la oportunidad de negocio que se abre ante la posibilidad de encontrar una cura.
“Hay dos esfuerzos: el del Estado, que tiene criterio social, y el del segmento farmacéutico. No se le puede impedir a las empresas asociadas a ese sector que hagan vacunas. Es cuestión de mercado: gracias a los avances tecnológicos que industrializaron su producción, a partir de los años 70 y 80 el desarrollo de ese y productos como antibióticos y antigripales se convirtieron en oportunidades de negocio muy atractivas”, explica Arias.
PASOS PARA HACER UNA VACUNA
La Organización Mundial de la Salud identifica dos grandes fases: la de investigación y la fabricación. Para el primero son cuatro los pasos que se deben seguir. Identificación del virus, obtención de la cepa vacunal, su verificación y la preparación de reactivos para someter a prueba la vacuna. En la segunda etapa son cinco los puntos: la optimización de las condiciones de multiplicación del virus, la fabricación, el control de calidad del producto, su envasado y distribución, y por último, los estudios clínicos exigidos por jurisdicciones locales. Si bien no hay un tiempo promedio de espera, ha habido casos en que el estudio se ha llevado de 10 y hasta 30 años, mientras que la producción: un año.