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Estados Unidos y los talibanes prevén firmar este sábado en Doha, Catar, un acuerdo histórico para preparar la salida de las tropas de Estados Unidos de la guerra más larga de su historia e iniciar negociaciones de paz entre las diferentes partes en Afganistán.
El acuerdo será presentado como el inicio de una nueva era en Afganistán, un país pobre devastado por la guerra desde hace más de 40 años, y augura el fin de la intervención estadounidense lanzada el 7 de octubre de 2001 en respuesta a los atentados del 11 de septiembre.
Más de 100.000 civiles afganos resultaron muertos o heridos en la última década, según la ONU, y el conflicto le ha costado a los contribuyentes de Estados Unidos un billón de dólares en gastos militares y de reconstrucción desde 2001.
Las negociaciones entre talibanes y Estados Unidos, con la intermediación catarí, han fracasado varias veces debido a la violencia que aún impera en Afganistán.
No ha sido revelado el contenido del acuerdo, pero se espera que el Pentágono empiece a retirar tropas de Afganistán, actualmente entre 12.000 y 13.000.
Una primera retirada podría situar el número de efectivos en 8.600. Ello dependerá de los progresos de las negociaciones de paz entre el gobierno del presidente Ashraf Ghani y los talibanes, que hasta el momento consideran al ejecutivo como una marioneta de Washington.
«Oportunidad histórica»
Los insurgentes deben garantizar que Afganistán no será más utilizado por grupos yihadistas como Al Qaeda y el grupo Estado Islámico (EI), para lanzar ataques en el extranjero.
La implantación de Al Qaeda en territorio afgano con la bendición de los talibanes fue la razón principal de la intervención de Estados Unidos en el país.
La firma del acuerdo programada para el sábado se produce tras una tregua parcial de una semana en Afganistán, destinada a instaurar la confianza entre los beligerantes y a mostrar que los talibanes pueden controlar a sus fuerzas.
«Estamos en los albores de una oportunidad histórica para la paz», dijo esta semana el secretario de Estado estadounidense Mike Pompeo
Unos 30 países estarán representados en la firma del acuerdo en Doha pero no el gobierno afgano, al «no tener confianza en los talibanes» y «no haber participado en las negociaciones», según indicó un responsable del ejecutivo.
Sin embargo, Kabul ya ha mandado a Doha una delegación de seis personas para «un primer contacto» con los talibanes, declaró el portavoz del Consejo de seguridad nacional.
Ese grupo de altos funcionarios fue creado «a demanda de los talibanes y de nuestros socios internacionales», añadió el portavoz, Javid Faisal. «Este equipo no participará en la ceremonia de firma» del acuerdo el sábado, precisó.
La falta de confianza entre gobierno afgano y talibanes alimenta un clima de crisis política. Además Washington se rehúsa reconocer plenamente la reelección de Ashraf Ghani, meses después de unas elecciones enturbiadas por alegaciones de fraude.
«Cansado de la guerra»
Donald Trump ha prometido varias veces traer de vuelta a sus tropas y poner fin a las guerras «estúpidas» de Estados Unidos.
Pero los analistas temen una situación muy difícil. Washington «va a declarar la victoria» y si luego hay problemas en el país dirá que la «culpa» es de los afganos, opina Colin Clarke, investigador del centro de reflexión Soufan Center.
«Y ¿qué interés tienen los talibanes en respetar el acuerdo si han conseguido lo que quieren, que es la retirada de Estados Unidos?», se interroga.
Las negociaciones en Doha vivieron días difíciles, en particular cuando en septiembre de 2019 el presidente estadounidense Donald Trump dinamitó la novena ronda de diálogo con varios tuits.
Primero decidió anular las negociaciones, furioso por la muerte de un soldado estadounidenses en un atentado con bomba en Kabul, pero finalmente se reanudaron.
El 21 de febrero los insurgentes y Estados Unidos anunciaron una semana de reducción de sus operaciones militares y el domingo Trump dijo que firmará personalmente un acuerdo de paz con las talibanes si la tregua parcial se continúa respetando en Afganistán.
Por su lado, el jefe adjunto de los talibanes, Sirajuddin Haqqani, escribió en el New York Times la semana pasada que «todo el mundo está cansado de la guerra».