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¿Qué piensa el ciudadano común y corriente sobre el tema de la reincidencia en nuestro derecho penal?
Independientemente de las múltiples reflexiones que se les puedan ocurrir a los expertos tratadistas, la mayoría de los cincuenta millones de colombianos sienten que el tratamiento de esta como atenuante o agravante de las condenas impuestas a los delincuentes afecta la vida cotidiana de cada habitante del país.
Los delitos que padecen a diario hombres, mujeres y niños crecen como una espuma maléfica. Son, hoy por hoy, la principal causa de la inseguridad que infecta nuestras calles y golpea, sin excepción, a los trabajadores que deben ir cada mañana a su labor, los usuarios de medios de transporte público que no se atreven a sacar del bolsillo su celular sin el justo temor de ser asaltados, al cliente que se arriesga a utilizar un cajero automático, al ama de casa que hace mercado, a los niños que van al colegio bajo la permanente amenaza de un raponeo, al transeúnte inerme cuando se cruza con un malandro que le mira con codicia la cadena con la imagen del Niño Dios, y a quien se queda en casa sobresaltado ante el menor ruido extraño.
Podríamos continuar enumerando los múltiples riesgos que amenazan la seguridad ciudadana. Todos tienen un elemento común: su repetición. Son tan frecuentes que prácticamente no hay familia colombiana que no haya sido víctima de un delito de esa clase. ¿Por qué es tan difícil combatirlo?
Paralelos con las sucesiones de robos y más robos, van las quejas de quienes los sufren y de las autoridades, que coinciden en señalar como causa de impunidad la falta de denuncias, reforzadas con los reclamos porque la detención del ladrón apenas dura unas breves horas.
Los jueces protestan porque la gente no denuncia, la policía porque capturan al ladrón y en minutos queda libre y vuelve a robar, y los robados y atracados no creen que sirvan de nada esas mini detenciones. Parece más bien una burla reiterada a la justicia.
No se sabe que se demora más, si la captura o la liberación que refrenda la sensación de que la denuncia es inoficiosa.
Los despachos oficiales tienen atestados de papeles los archivos con denuncias, cada una con su inminente liberación. No hay ladrón que permanezca en la cárcel más tiempo del necesario para adelantar una especie de curso para perfeccionar sus técnicas y establecer los contactos necesarios para que se extienda la red de perpetradores de asaltos y se refuercen sus conexiones con las organizaciones de reducidores.
Y cualquier ladrón de oficio tiene en su haber una serie de delitos repetidos y de liberaciones subsiguientes, la gente creerá que repetir delitos no se tendrá en cuenta como agravante y que la reincidencia no mancha la hoja de picardías. Y si empezamos con estas detenciones de puerta giratoria de los delitos menores – si acaso hay delito que pueda calificarse de menor- ¿a dónde llegaremos cuando la reincidencia pase a ser doctrina atenuante en los delitos mayores?
El tema merece una aclaración con autoridad.
*Periodista*Defensora de DD.HH.