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Al comedor San Juan de Dios llegan habitantes de la calle, jóvenes en distintas situaciones, migrantes venezolanos e incluso adultos mayores, todos ellos seres humanos con deseos de superación. /MONTINER ALVIS.
La actividad se realiza de lunes a viernes con el apoyo de algunas familias samarias y de empresarios que de manera solidaria ayudan al prójimo con insumos para preparar los alimentos
Más de 120 personas, entre ellas algunas migrantes del vecino país de Venezuela, quienes están en Santa Marta y viven en condición de habitantes de calle reciben alimentación en el comedor humanitario San Juan de Dios a cargo del padre Ramiro Núñez.
Gracias a una labor social silenciosa pero genuina que lidera la iglesia católica a través de la capilla San Juan de Dios, el padre Núñez junto a un grupo de voluntarios cocinan y luego distribuyen un plato de comida a jóvenes, mujeres gestantes, vendedores de dulces y seres humanos que se ganan la vida a través del rebusque.
Esta labor humanitaria que se realiza de lunes a viernes es posible gracias a la solidaridad de algunas familias samarias y de empresarios establecidos en esta ciudad, quienes de manera desprendida ayudan al prójimo facilitando además un alimento espiritual para que sean agradecidos siempre con Dios, y confíen en su Palabra transformadora y edificante.
Cuando el reloj marca las 11:00 de la mañana empiezan a llegar a la carrera segunda entre calles 21 y 22, estas humildes personas en busca de un plato de comida acompañada con agua de panela para saciar el hambre y la sed. Al comedor deben ingresar por grupos debido a la capacidad que posee, una vez sentados un guía espiritual eleva una oración de gratitud hacia Dios por el maravilloso don de la vida y por permitir suplir la necesidad básica de alimentarse.
Al comedor humanitario San Juan de Dios llegan algunas mujeres embarazadas, otras con niños en brazos, desplazadas por la violencia, habitantes de la calle, jóvenes en distintas situaciones, migrantes venezolanos e incluso adultos mayores, todos ellos seres humanos con deseos de superación.
Las personas en condición de habitante de calle reciben comida, un vaso de agua panela y el calor humano de quienes asisten allí para darle gracias a Dios el cambio en sus vidas. /LUIS PARRA
En la puerta principal del comedor hay un aviso en la parte superior donde se lee el pasaje bíblico de Mateo 25:35 que señala ‘Porque tuve hambre, y me disteis de comer’.
Ya al interior del comedor lo que uno percibe es una gran camaradería entre ellos mismos, lo que asemeja la conformación de una gran familia dispuesta a escuchar la Palabra de Dios que alimenta el espíritu. José Moreno es el guía espiritual que inicia con una oración de acción de gracias por la vida que permite ver la luz del día y seguidamente la lectura del Evangelio. Las personas que colaboran con este voluntariado no les gusta darse promoción porque coinciden en que la obra de Dios debe ser silenciosa, amorosa y ‘sin publicidad’.
Según José Moreno, guía espiritual del comedor humanitario, allí se atiende sin discriminación alguna a seres humanos necesitados que se encuentran en Santa Marta pasando hambre en las calles, varios de ellos en condición de desplazados, habitantes de calle, indigentes, personas que han sido humilladas desde la niñez o durante su juventud pero que están motivadas a salir adelante gracias a una mano amiga.
‘‘La idea es cumplir con la palabra divina para que Dios haga la obra, aquí suministramos un alimento al mediodía y evangelizamos para que estas personas tengan la esperanza y confianza en Dios para salir siempre adelante’’, indicó.
Comentó que esa labor social de la iglesia Católica ya completa 13 años de manera constante y que se mantiene gracias a la bondad de personas solidarias que colaboran suministrando los alimentos ya que no existe una entidad pública o gubernamental que apoye.
Al hacer remembranza de los inicios de la actividad social, Moreno dijo que en un principio la fundación Rosa Mística de los padres Manuel Tiberio y Héctor Fabio era la encargada del comedor social hasta hace dos años cuando ellos se retiraron. Desde entonces con el apoyo del padre Ramiro Núñez y otras personas con corazón grande, sensibles y solidarias con el prójimo la obra humanitaria continúa.
Algunas voluntarias que preparan y distribuyen los almuerzos a las personas que asisten al comedor que funciona en la carrera segunda entre calles 21 y 22. /LUIS PARRA
TESTIMONIO
Numa Bateman Campo, un adulto mayor de 71 años, quien recibe el almuerzo en el comedor humanitario San Juan de Dios, dijo estar muy agradecido con la labor social que lidera la iglesia católica en Santa Marta.
Comentó que muy pronto completará 3 años recibiendo el alimento espiritual y corporal en el comedor que funciona de lunes a viernes y en donde se vive una verdadera fraternidad humana. ‘‘El alimento que he recibido acá me cae muy bien porque me da alientos y energía para seguir adelante. Vivo agradecido con estas personas porque se ocupan de nosotros y hasta nos dan pudín. Ha ninguno se le exige que sea católico y lo único es que respeten el lugar porque beneficia a todos sin discriminación alguna’’, recalcó.
Aprovechó la ocasión para hacerle un llamado a la sociedad samaria para que mire hacia el comedor humanitario y también se solidarice con alimentos e insumos básicos que puedan satisfacer las necesidades de muchas personas que hoy subsisten en Santa Marta gracias a la misericordia divina.