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Seis meses después de su estreno exitoso en un Mundial en Rusia-2018, el VAR (asistencia al arbitraje mediante vídeo) va consolidándose en Europa, a pesar de que periódicamente surgen polémicas relacionadas con su utilización.
«El VAR es como un Airbag: puede ayudar en caso de urgencia, pero únicamente en caso de verdadera urgencia»: esa visión del sistema, propuesta por el exárbitro suizo Urs Meier, es la que prevaleció en Rusia y la que sirve habitualmente de referencia en los campeonatos europeos.
Los alemanes, que utilizan el vídeo desde la pasada temporada, clarificaron recientemente su filosofía: «La asistencia en vídeo no debe hacerse la pregunta de si el árbitro ha tomado la decisión correcta, sino al contrario, si el árbitro ha tomado una mala decisión», explica Jochen Drees, jefe del proyecto del VAR en la Federación Alemana de Fútbol (DFB).
Dicho de otra manera: el objetivo del VAR no es mejorar el arbitraje, sino únicamente eliminar los errores flagrantes.
Todo lo que traiga la necesidad de una interpretación, esas situaciones polémicas que animan a menudo las tertulias de después de los partidos, deben dejarse a la única apreciación del árbitro de campo.
Por otra parte, el árbitro principal es confirmado como el dueño absoluto de la situación.
El asistente en vídeo no puede tomar ninguna decisión. La impresión de «doble arbitraje» que se podía tener al principio del uso del VAR ha ido desapareciendo.
El gol de Suárez
«El árbitro no debe, en ningún caso, tomar una decisión si él no ha visto la acción», insiste Drees.
Eso significa que si el VAR o uno de sus asistentes le señala una falta, una acción violenta o una situación que se ha escapado a su mirada, debe consultar su pantalla de control para forjar su propia opinión. Imposible por lo tanto mostrar una tarjeta roja o anular un gol confiando en el único testimonio de los responsables del VAR.
A lo largo de Europa, el balance es globalmente positivo.
«La asistencia con vídeo ha permitido dividir entre tres el número de errores con impacto en el desarrollo de un partido», afirmaba en octubre Pascal Garibian, patrón de los árbitros franceses.
Pero las controversias, sin hablar de averías como la que se dio el fin de semana en el Mónaco-Estrasburgo de la liga francesa, no han desaparecido.
En España, un gol del FC Barcelona este domingo en el triunfo 3-1 ante el Leganés parece venir precedido de una falta de Luis Suárez, que entró con la bota levantada ante el arquero rival.
Una falta que no fue señalada por el VAR, ya que no entraba según su estimación en la categoría de errores manifiestos. El gol fue validado y provocó un gran enfado en el Leganés.
«Golpe al VAR», titulaba el martes el diario deportivo madrileño As.
«Salidas de carretera»
Los italianos, que como los alemanes están en su segunda temporada con el videoarbitraje, reconocen que hay problemas de ajuste. En diciembre, Sky Sport se hacía eco de las declaraciones de un árbitro no identificado, que comparaba el VAR con un Fórmula 1.
«Comenzamos un poco fuerte la pasada temporada y al principio de esta temporada tuvimos que ralentizar. Hemos reacelerado para intentar ver dónde están los límites, pero de repentes ha habido varias salidas de carretera», estimó.
Por la fluidez del juego, el futuro del VAR pasa por la discreción.
Los ingleses, que serán los últimos en introducir el sistema en su campeonato, el próximo año, lo han probado en sus Copas nacionales.
Se buscan todavía soluciones para acelerar el proceso de decisión, que actualmente se considera demasiado largo.
La solución pasa probablemente por la elaboración de protocolos mucho más estrictos para la comunicación entre la sala de vídeo y el árbitro.
«Por el momento, cada uno sigue diciendo lo que piensa», constata el alemán Drees.
Su colega español Carlos Velasco Carballo, jefe del comité técnico de los árbitros de la Liga española, reconoce igualmente la necesidad de «continuar trabajando para unificar los criterios de juicio entre el terreno de juego y el VAR».
AFP