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La Alcaldía de Medellín aseguró que es una medida «discriminatoria».
Un proceso democrático, en el que padres de familia y estudiantes votaron para regresar al uso del jumper o falda para las estudiantes del Inem José Félix de Restrepo, abrió un debate en el que concejales y analistas consideran que se trata de un acto de discriminación.
La discusión la desató la pregunta para la consulta, realizada durante las dos semanas pasadas en la institución educativa, ubicada en El Poblado, en Medellín: “¿está de acuerdo con regresar al uso de jumper para las mujeres, como uniforme oficial de la institución, con los protocolos para la comunidad Lgbti?”.
El antecedente se dio en 2015 cuando una estudiante transexual, mediante una acción popular, exigió vestir la falda del uniforme, lo que llevó a la institución a eliminar esta prenda y definir que los estudiantes, hombres y mujeres, vistieran yin y sudadera.
Tres años después, las directivas decidieron reversar la medida y volver al tradicional jumper, y, en mayoría, padres de familia y estudiantes dieron el sí a la consulta.
Al respecto, la fundación Colombia Diversa recordó que la demanda del estudiante, y otros casos similares en el país, produjo dos sentencias de la Corte Constitucional: la T-565/13 que se refiere a la protección de la orientación sexual y la identidad de género en los manuales de convivencia escolares, y la T-804/14, que habla del derecho a la educación a mujeres trans, diferenciación entre orientación sexual e identidad de género.
SE PUEDE, PERO CON PERMISO
El rector del Inem Fernando Carvajal negó que el colegio esté promoviendo alguna forma de discriminación. Explicó que “las minorías pueden venir como se sientan identificadas pero, como son menores de edad, deben estar acompañados por padres de familia. Es decir, que cuando sea (el estudiante) de la comunidad Lgbti podrá usar el jumper o yin mediante previa solicitud a la unidad de docentes, con acompañamiento de padres de familia o acudientes”, recalcó.
Según la concejala Daniela Maturana, la consulta vulnera el libre desarrollo de la personalidad de los estudiantes y coarta garantías para la diversidad, pues las directivas de la institución educativa no pueden decidir si un estudiante quiere ponerse falda o no.
“Una persona que se identifique con un género, puede informarlo en el colegio, pero las directivas de la institución no deben dar el aval de cómo se vista el estudiante. La idea es que se acompañe al alumno para que, si quiere hacer el cambio de uniforme, sienta plenas garantías de hacerlo”, enfatizó Maturana.
Para el rector Carvajal, si bien un estudiante hombre no tiene autonomía en elegir el uso de falda, existen garantías para que inicie un proceso familiar que conlleve a definir su orientación sexual.
“Venía al colegio un niño (biológicamente), que sentía ser una niña. Lo llamamos, le preguntamos que si sus padres sabían. Contactamos a estos y no era cierto. El chico salía de casa con yin y en la esquina se ponía la falda. No decimos que esto sea malo o bueno, sino que lo fundamental es que haya un acompañamiento de la familia”, acotó.
MÁS QUE FALDA ES IDENTIDAD
Mónica Sandoval, sicóloga y directora de la fundación Bien Humano, anotó que la discusión no debe ser una prenda de vestir, sino el proceso de desarrollo de la identidad de los jóvenes.
“Nos tenemos que preguntar por el ser humano que está definiendo su identidad hacia ser masculino o femenino, y es algo que una institución educativa debe acompañar. Esto no se define autoritariamente. Puede ser que un chico que nació biológicamente con sexo masculino en su proceso de identificación se sienta mujer”. La experta consideró relevante que la familia haga parte de ese proceso de acompañamiento en la identidad de género, con el colegio .