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Las dificultades que enfrentarán millones de colombianos, en el corto plazo, tras los aumentos en las tarifas de gas natural, podrían derivar en un retroceso en los índices de pobreza energética, ya de por sí vergonzosos. La inminente afectación en el costo de vida producto de la importación del energético amenaza con aumentar las brechas de acceso a los servicios públicos de energía y gas, y sumir a miles de familias en el nefasto ciclo de la pobreza.
Fue apenas en 2020, que el país alcanzó los 10 millones de usuarios conectados al servicio de gas natural, hoy, cinco años después se cuentan 12 millones. Sin embargo, la Nación continúa en deuda con 8,4 millones de personas, equivalentes a 16,1 % de la población, quienes aún enfrentan pobreza energética (no tienen acceso a gas natural ni a electricidad), según datos la medición nacional del Índice Multidimensional de Pobreza Energética, Ipme, realizada por Inclusión S.A.S., Promigas y Fundación Promigas.
Si hay o no suficiente gas para atender la demanda no lo sabemos a ciencia cierta, la realidad es que desde diciembre se comenzó a importar gas y el impacto en las tarifas de los usuarios residenciales no tarda en llegar. Con incrementos significativos, en algunos departamentos de hasta un 36%, el país está abocado a una, nada deseable, parálisis en la masificación del gas natural y peor aún, el retroceso de miles de familias vulnerables, que ante los elevados costos regresarán a la leña, el carbón y los desechos para la preparación de sus alimentos.
Capítulo aparte merece la actual problemática del Gas Licuado de Petróleo, GLP, en el país, que viene escaseando de tiempo atrás y hoy enfrenta también serias dificultades por la cesación de pagos de los subsidios por parte del Gobierno Nacional a las empresas que distribuyen este combustible. De seguir en esta situación, serán más de 600.000 personas de estratos 1 y 2 las afectadas en su salud, educación, desarrollo social, y económico, ni qué decir del daño ambiental.
Un viraje de 180 grados es lo que necesita el sector minero energético para salir de esta crisis. Es urgente enmendar los errores que se están cometiendo al rechazar la firma de nuevos contratos de exploración y explotación de hidrocarburos. Se requiere certidumbres para fortalecer las inversiones, de tal manera que se pueda aumentar y asegurar el suministro de los energéticos. Si algo ha quedado demostrado en los últimos años es que en Colombia tenemos los recursos suficientes para atender nuestra propia demanda y asegurar el futuro del gas natural.
De continuar el aumento de las importaciones de gas, tendremos una terrible catástrofe económica, social y ambiental, con un gran retroceso en la diversificación de la canasta energética del país y un aumento en la brecha de pobreza energética, que nos pasará una costosa factura. Sería una gran derrota que miles de colombianos tengan que prescindir de este servicio esencial, por eso no podemos permitir que se arriesgue lo logrado hasta hoy.
*Senador