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Por
GIULIANA
MANCUSO
Es importante ser conscientes de cómo las palabras nos influyen, y su impacto en cada faceta de nuestras vidas. La forma en que hablamos a los demás, así como a sí mismos, tiene grandes efectos, muchas veces inmediatos en nuestros procesos cognitivos y físicos.
Hay palabras que nos tensan, otras que nos bloquean, también aquellas que nos inspiran y motivan, y las que nos incitan, nos elevan, o nos hunden.
¿Por qué las palabras impactan tanto en nosotros? La parte más racional y lógica de nuestro cerebro (hemisferio izquierdo), es quien emite estos símbolos, los cuales al ser recibidos por nuestra parte inconsciente (hemisferio derecho) produce imágenes que desembocan y crean nuestras emociones, recuerdos, sensaciones y sentimientos, influyendo incluso en nuestros procesos hormonales y físicos automáticamente
Usamos el lenguaje sin plena conciencia de su efecto y alcance. Las palabras expresan nuestros procesos mentales, y si comprendemos sus cualidades (digamos enérgeticas), nos tomaríamos con más seriedad y minuciosidad su uso, a la hora de definir las circunstancias e incluso a sí mismos.
«Los límites del lenguaje, son los límites de mi mundo». Esta frase sintetiza la gran profundidad que envuelve nuestra narrativa, expresiones y definiciones acerca del mundo, lo que soy, y son los demás; generando una percepción y a la vez, mi capacidad de expandir o limitar mis posibilidades, mi propio mundo.
Creemos que la realidad es la definición que tenemos sobre la misma, ignorando que vivimos atrapados en un mundo enteramente lingüístico.
Nuestras expresiones habituales, juegan un papel crucial en la forma como nos autolimitamos frente a la vida: «Es que», «Yo soy así», «No sirvo para esto» «me gusta», «no me gusta», «no tengo suerte», «soy feo, fea», etc.
Este mundo de limitaciones, nos llevan a construir una estructura mental, base de nuestros temores, justificaciones, victimizaciones, creencias y conceptos que refuerzan nuestra realidad interna y la vez nuestros actos, que a la vez, tendrán efecto en cómo nos relacionamos con el mundo exterior, nuestros niveles de estrés y nuestra comunicación con los demás.
Entendiendo esto, podemos apoyarnos y trabajar en reconstruir nuestro lenguaje y la forma como nos hablamos; una realidad interna nueva, capaz de expandir nuestras posibilidades y llevándonos a resignificar los procesos de nuestra vida, por muy dolorosos que parezcan; podemos llegar a comprender la enseñanza inmersa en cada experiencia, cuando en base a la autoobservación psicologíca, logramos identificar el discurso que establecemos hacia nosotros mismos, el mismo que nos esclaviza a una percepción y forma en que definimos la realidad.
Las palabras son la materia prima más importante, con ellas podemos construir la fuerza para lograr nuestros sueños, experimentar los días con una mejor actitud y disposición. Y así, ser más conscientes de la comunicación con nuestro entorno.
Por eso es importante expresar palabras que sea manantial de vida, motivación y amor hacia el mundo. Que estas sean para sanar y transformar tu entorno. Controlarlas te hace sabio, y su poder está, en la conciencia con la cual transmites la intención de tu corazón.