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En 2002, en su lectura del premio Nobel, Vernon Smith decía: “Debemos ajustar constantemente nuestras vidas, nuestros pensamientos y nuestras emociones, para vivir simultáneamente dentro de diferentes tipos de órdenes de acuerdo con diferentes reglas”. El ser humano modifica su actitud en función de los cambiantes órdenes institucionales.
En el mismo día mi comportamiento varía, según actúe como docente, jardinero, amante, padre, cuidador del perro. El gran maestro pop-periano, que en su cátedra demuestra de manera contundente la imposibilidad de las afirmaciones universales, dos horas después, cuando se encuentra con su amada, le dice, sin ninguna duda, “tú eres la mujer más hermosa del mundo”.
El contexto institucional modifica de manera sustantiva nuestro comportamiento, y nuestras apreciaciones. Por esta razón, Rawls le da una importancia sustantiva a la creación de instituciones justas, que son el fundamento de la sociedad bien ordenada. Para Rawls es clarísimo que la sociedad no se puede construir sobre la honestidad de los individuos. La buena voluntad de las personas, ya lo decía Kant, es un principio demasiado frágil.
Esta reflexión es pertinente porque en el país se han construido instituciones sólidas, como el Banco de la República. No tienen sentido las alarmas que se han encendido estos días a propósito del nombramiento de Laura Moisá y César Giraldo, como nuevos miembros de la Junta Directiva.
Sus opiniones previas, siguiendo la argumentación de Vernon Smith, cambiarán de manera sustantiva, una vez se sienten en las reuniones de la Junta. No es la primera vez que han llegado al Banco de la República pensadores heterodoxos. Menciono algunos. Salomón Kalmanovitz era un marxista en transición hacia Shaikh, y al keynesianismo radical de Minsky. Fernando Tenjo era un excelente docente, estudioso de los manejos financieros de las empresas, y también seguidor de la línea Minsky.
José Antonio Ocampo era estructuralista e historiador. Luis Bernardo Flores y Antonio Hernández no eran monetaristas, y su pensamiento estaba muy cercano a la socialdemocracia. No obstante, su heterodoxia, una vez estuvieron en la Junta, su mirada cambió y todos terminaron siendo más o menos ortodoxos. Y las propuestas que hicieron en materia de política monetaria siempre fueron, por decirlo de alguna manera, “prudentes”.
Ni Olga Lucía Acosta, ni Laura Moisá, ni César Giraldo van a reventar la institucionalidad del Banco. Al contrario, poco a poco quedarán subsumidos en ella. Estos tres votos, apoyados por el ministro de Hacienda, quizás logren agilizar un poco más la reducción de la tasa de interés. Además, podrán afirmar con énfasis que existe una “tasa de sacrificio” derivada una política monetaria restrictiva, que castiga el producto y el empleo.
Pero al final no les quedará más remedio que aceptar que su margen de acción es muy limitado. Ahora comienza a tener información que antes no conocían. Alguna originada en los estudios macro de la entidad, y otra derivada de los informes de las calificadoras de riesgo, de los análisis del Comité Autónomo de la Regla Fiscal (Carf), de las visitas del Fondo Monetario Internacional, del movimiento de la tasa de interés en Estados Unidos, de la última reunión de los banqueros del mundo… Abrumados por este cúmulo de datos y viviendo en un orden institucional que no se imaginaban, acabarán como todos los anteriores miembros de la Junta, tomando decisiones prudentes. ¡No hay razón para alarmarse!
* Profesor de U. Nacional y Externado